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Comunicando☎️

Comunicarse, en general, siempre es difícil. En unas ocasiones no nos explicamos bien, en otras nuestro oyente o interlocutor no está por la labor y en otras, aunque el mensaje llegue, se malinterpreta o no se lee entero. Normalmente del conjunto de todas estas situaciones surgen dudas, teorías de la conspiración o directamente interpretaciones estúpidas.
    Hoy voy a intentar hacer un ejercicio de comunicación como si fuera una información científica…y si es posible voy a intentar explicaros cuáles son los errores más comunes que suelen estar asociados a las dos partes: al que comunica y al que recibe la noticia. 
    Para ello he elegido un estudio científico que me gusta mucho😉. Es divertido, no entra en complicaciones técnicas y es fácilmente comprensible por todo el mundo…además tiene una pequeña trampa que espero nos sirva para darnos cuenta de los errores que cometemos al comunicar y leer la información.
    ¡Pasen y vean! Así sería la noticia, en este caso, de un estudio científico:

¿Son necesarios los paracaídas?

Un estudio del profesor Yeh muestra evidencia de que el uso de paracaídas no reduce los casos de muerte o lesiones traumáticas al saltar de una aeronave.


    En un estudio liderado por el profesor Yeh y colaboradores (Universidad de Harvard) se ha llegado a la conclusión de que el uso o no del paracaídas no muestra correlación con el daño o con la muerte provocada por el salto desde helicópteros o aviones. Este hecho podría ser relevante para los vuelos comerciales, vuelos privados o el ejercito.
    El estudio tenía como objetivo principal verificar si el uso de paracaídas prevenía la muerte o lesiones al saltar desde una aeronave. Para ello se usó un grupo de voluntarios que se asignaron de forma aleatoria a los dos grupos de prueba: con paracaídas y sin paracaídas.
    El objetivo del estudio fue el interés por determinar si el uso de un paracaídas previene la muerte o las lesiones traumáticas graves al saltar desde una aeronave. Para llevarlo a cabo se recurrió a un ensayo controlado y aleatorio. Fue realizado en aeronaves privadas o comerciales entre septiembre de 2017 y agosto de 2018, para lo que se solicitó a diferentes sujetos, de forma completamente aleatoria, la participación en el estudio. La solicitud fue rechazada por 69 sujetos.
    Los paracaídas se utilizan de forma rutinaria para prevenir la muerte o lesiones traumáticas graves entre las personas que saltan desde aviones. Sin embargo, la evidencia que respalda la eficacia de los paracaídas es débil y las recomendaciones para su uso se basan principalmente en la opinión de los expertos. A pesar de esta creencia ampliamente sostenida, pero infundada de eficacia, muchos estudios de paracaídas han sugerido lesiones relacionadas con su uso tanto en entornos militares como recreativos y las lesiones en paracaidistas se reconocen formalmente en la CIE-10 de la Organización Mundial de la Salud (clasificación internacional de enfermedades, décima revisión).  Esto podría plantear preocupaciones para los partidarios de la medicina basada en la evidencia, ya que numerosas intervenciones médicas que se cree que son útiles, en última instancia no han demostrado eficacia cuando se someten a ensayos clínicos aleatorios correctamente ejecutados.
      Con la intención de obtener información relativa a la relevancia o no del uso de paracaídas, se contó con 92 pasajeros mayores de 18 años. Los sujetos fueron examinados para participar en el estudio tan pronto como descendieron del avión. Sin embargo, de los 92 pasajeros tan solo 23 aceptaron inscribirse en el estudio plenamente conscientes de que iban a ser asignados de forma aleatoria a los dos grupos que formaban parte del estudio (con paracaídas y sin paracaídas). Es relevante decir que ninguno de los voluntarios mostró ningún tipo de problema en la asignación aleatoria.
    La prueba que debían realizar para el estudio consistía en saltar desde una aeronave (avión o helicóptero) con un paracaídas frente a una mochila vacía. Se prescindió del estudio con doble ciego, ya que no se consideraba relevante y tampoco iba a aportar información adicional.
    La principal variable que se midió tras el salto fue si se había producido la muerte o algún tipo de lesión traumática mayor. Esta medida se tomó inmediatamente después del impacto contra el suelo. 
    Los datos recogidos y analizados muestran que el uso del paracaídas no redujo significativamente la muerte o las lesiones graves (según los datos recogidos fueron 0% para el paracaídas versus 0% para el control; P>0,9). Este hallazgo fue coherente en varios subgrupos. En comparación con los individuos examinados pero no inscritos (69 sujetos), los participantes incluidos en el estudio estaban en aeronaves a una altitud significativamente más baja (media de 0,6 m para los participantes versus media de 9146 m para los no participantes; P<0,001) y a menor velocidad (media de 0 km/h versus media de 800 km/h; P<0,001).
    Como principal conclusión que se obtiene del estudio se puede afirmar que el uso del paracaídas no redujo la muerte ni las lesiones traumáticas graves al saltar de la aeronave en la primera evaluación aleatoria de esta intervención. Claro que el ensayo solo pudo realizarse subiendo a los participantes en pequeños aviones estacionados en tierra, lo que sugiere una extrapolación cautelosa a saltos de gran altitud. Por lo tanto hay que ser cuidadoso, ya que el estudio no contempla lo que puede suceder en saltos realizados con una altura superior a 60 centímetros.

    Me encanta este estudio, es muy ilustrativo de que todo lo que se cuenta no es necesariamente cierto o se cumple siempre. Veamos qué podemos aprender de una noticia redactada usando un estudio de este tipo.
    Lo primero que vemos es que la noticia es impactante. Dejar de usar paracaídas porque no aportan nada es sin duda llamativo. Que además la noticia proceda del mundo académico y de una institución con reconocimiento mundial, más. Que los detalles queden en el último párrafo es posible que haga que un buen número de lectores no llegue a esa parte y como consecuencia habremos creado una interpretación errronea del estudio. 
    Hay que contar además, que la noticia, aunque sea científica puede no estar bien analizada, puede omitir datos o el orden en el que se explican los resultados puede llevar a sacar conclusiones que no tienen ningún fundamento. 
    Puede que la noticia esté bien redactada y que cumpla con los criterios de estructuración de pirámide inversa pero que, debido a una mala traducción o a una omisión de detalles por parte del que redacta, la noticia se convierta en algo que no tiene ninguna validez o credibilidad. 
    Es justo en este momento cuando nos tenemos que dar cuenta de que debemos ser críticos con la información que recibimos. Pensad en la cantidad veces que nos llega alguna información por redes sociales que se ha difundido a través de un mensaje corto, que no contiene toda la información necesaria para comprender y sin más ni más damos like y retweet…mal, así vamos mal.
    Con esto no quiero decir que no os fiéis de nada, pero si sospecháis que algo no es lo que parece o tal vez os resulta difícil de creer…¡a las fuentes!. Y ya os conté que aunque no es conocida de forma general SINC es una herramienta estupenda.
    Así que no os olvidéis de leer y dudar, dos ejercicios muy sanos para el cerebro.

Referencia:


    



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