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Soy casi como una morsa

¿Qué es el código genético?, me preguntas mientras clavas tu mirada en mi pupila dilatada. ¿Poético? No, real y debido a un fallo genético, y que conste que todas mis mutaciones genéticas las pienso usar para el mal, que es más divertido. Lo que os decía, creo que algún tipo de mutación genética ha hecho que tenga anisocoria (pupilas desiguales), que pueda doblar la lengua, que tenga un tendón por donde no debe, que odie el cilantro, ¡puaj! y alguna que otra cosita más. Precisamente son estas pequeñas cositas las que me hacen distinta al resto y a la vez prácticamente igual. 
    Todos somos iguales, sí, entre nosotros y con el resto de vida del planeta. Seguro que alguien piensa: “yo a mi primo Antonio no me parezco en nada”. Pues siento decirte que te equivocas, eres prácticamente igual a tu primo. Y precisamente lo que os diferencia es la representación de una pequeña parte de lo que somos. 
    ¿Qué somos? Pues un montón de genes si miramos desde el punto de vista biológico y, si lo hacemos desde el poético, somos polvo de estrellas.


    El código genético, desde un punto de vista científico, son las instrucciones que le dicen a la célula cómo hacer una proteína específica. 

“El término “código genético” crea equivalencias entre los aminoácidos (que establece el lenguaje de las proteínas) y las bases nitrogenadas del ARN. El código genético funciona como un tipo de diccionario con el que los ribosomas pueden traducir el ARN a proteínas. Para ello, es necesario que, en primer lugar, un gen sea traducido a ARN mensajero para que pueda expresarse. Posteriormente, la información principal del gen está presente en el ARN mensajero, se reúne en el citoplasma de la célula con los ribosomas para su lectura. Una vez los ribosomas leen la información presente, lo traducen a la proteína resultante.“ (Unilab)

    Esta definición dice mucho y que es cierta es indiscutible, pero bonita, lo que se dice bonita, no es. Así que me vais a permitir una vez más que le deje a mi cerebro crear una forma distinta de ver lo que nos rodea.
    Imaginad un mundo (el nuestro) al que hace mucho, pero que mucho tiempo, cayeron partículas de tinta. Las condiciones eran perfectas para que las partículas estuvieran flotando a su aire.  Se movían libres sin juntarse con otras. Sin embargo, un día y de forma aleatoria, dos de ellas se unieron. Es probable que, como había muchas, se encontraran en un rincón. No había sitio para poder moverse o marcharse así que no les quedó más remedio que quedarse juntas. 
    Casualidades de la tinta, algunas partículas que también iban flotando a su aire, se quedaron atrapadas en ese mismo rincón y ya que estaban se unieron a la fiesta formando un trazo de tinta. 
    Con un golpe brusco el trazo salió y se fue encontrando con otros trazos parecidos a él. Algunos eran rectos, otros curvos y había unos cuantos que tenían de forma punto. Tan ricamente estaban al sol que, sin darse cuenta, los trazos se habían pegado formando las siguientes letras: G,T,C y A. 
    Esas pequeñas letras empezaron a formar palabras y se dieron cuenta de que se podían replicar fácilmente a sí mismas. 
    La cantidad de palabras había crecido tanto que se habían empezado a unir creando frases. Las frases se podían replicar y se fueron organizando para crear párrafos. Órdenes diferentes creaban párrafos diferentes que, al irse uniendo, formaban capítulos distintos. 
    De vez en cuando, por casualidad, alguna copia salía mal y algunos de los capítulos desaparecían. Otros se convertían en algo distinto que, a su vez, se iban juntando con otros similares hasta que la variedad que había era tal, que terminaron dando lugar a libros.
    Libros de muchos tipos, que además de poder copiarse, servían para cosas diferentes, algunos hacían crecer, otros servían de defensa, unos pocos eran para pensar, un par de ellos daban color y había algunos que podían moverse. Así que se fueron agrupando y formando series cada vez más grandes de libros. No les quedó más remedio que organizarse en estanterías.
    Ya que estaban todos juntos crearon una biblioteca para que les protegiera. A partir de ese momento se empezaron a unir bibliotecas por todas partes. Algunas tenían más libros de un tipo y otras tenían más de otro tipo, así que cada vez se fueron uniendo entre ellas para tener acceso a todo el conjunto de conocimiento que tenían en su interior. Tuvieron que repartirse el trabajo porque no tenía sentido que todas hicieran lo mismo. Alrededor de las bibliotecas aparecieron restaurantes, gimnasios y alguna que otra tienda para hacer fotocopias (me suena que el nombre de todas ellas era RNA copisterías), también había un par de mensajería. Por lo que he oido trabajaban muy bien.
    A veces alguna de las copias se perdía, en otras ocasiones alguna salía mal. Realmente no pasaba nada porque, precisamente, esas malas copias dieron lugar a otras bibliotecas diferentes pero igual de interesantes. Empezó a haber tal cantidad de ellas que cada vez se iba haciendo más complicada su red.
    Se atrevieron primero a crear algunos seres minúsculos (por si no os habéis dado cuenta estas bibliotecas no se pueden ver a simple vista, son demasiado pequeñas). Empezaron a crear formas diferentes en función del lugar en el que se encontraran, de las condiciones del clima o de si les apetecía o no complicarse la vida. 
    Viendo que les salía bien siguieron multiplicándose y creando seres cada vez más grandes. Lo que surgía era más complejo y llegaron a un punto en el que sus propias creaciones podían reproducirse a sí mismas, moverse y tener aspectos distintos entre sí. 
    Tanto fue así que en nuestro mundo y después de muchísimos años había una cantidad enorme de seres diferentes. Algunos tenían unas capacidades que habían desarrollado con el tiempo y otros algunas habilidades que habían aparecido de repente, de hecho, alguno podía volar. Había algunos rápidos, otros que podían ver muy bien, algunos se habían adaptado a vivir en zonas muy secas o con mucho frío o con mucho calor. Por cosas del azar, de lo aleatorio y de algún que otro malentendido, a veces, un error en la copia hacía surgir algo que el resto no tenía pero que era útil y muy molón. 
    Poco a poco el mundo se pobló de millones de seres, cada uno de ellos lleno de esas pequeñas bibliotecas que en su día se unieron gracias al azar. Por eso la diversidad que vemos no es más que pequeñas diferencias en las bibliotecas porque, en esencia, somos lo mismo. Me encanta la idea de que, salvo por un par de detalles sin importancia soy como una morsa.

   Ahora que ya he acabado de contaros mi imagen sobre el código genético os voy a contar algunas conclusiones que he extraído sobre lo que implica que todos tengamos el mismo código.
 
    La primera de ellas es que el origen de la vida de todos los seres que poblamos el planeta es único. Eso no significa que todo sea igual, ya que a lo largo de la evolución se han ido produciendo separaciones que han dado lugar a la biodiversidad que conocemos.
    Lógicamente compartir con el resto de seres vivos código genético nos ha permitido utilizar esa información para conocer mejor el funcionamiento de los organismos vivos. En el caso de los humanos nos ha dado la oportunidad de utilizar a otros seres vivos para estudiar procesos que tienen lugar en el cuerpo humano. Eso ha permitido comprender procesos que nos afectan como estudiar el crecimiento de algunos tipos de cancer y diseñar fármacos para combatirlos. Algo que por un lado es inviable probar en humanos y que, por otro, al compartir código con ratones nos permite su estudio y extrapolación a humanos. Eso significa que no somos tan especiales como nos creemos y que debemos dar gracias a otras especies por ayudarnos a la hora de vivir más y mejor.
    Sé que a mucha gente las ratas y ratones les dan muchísimo asco o miedo. Sin embargo, les tenemos tanto que agradecer. Han sido objeto de experimentos que han resultado beneficiosos para nosotros así que, desde estás líneas mi agradecimiento a todos los seres vivos que han dado su vida para que yo viva la mía más segura.  
    Buscando información me he encontrado con un artículo muy interesante, Límite del código genético . En este artículo explica que hace unos 3000 millones de años el crecimiento del código genético se frenó hasta incluir un máximo de 20 aminoácidos. Parece que esta limitación se debe a que el ARN transmisor no tenía capacidad para más. Si el número, 20 aminoácidos, hubiera sido mayor, el ARNt hubiera confundido unos con otros. La consecuencia, la aparición de mutaciones y errores catastróficos en las proteínas. Parece que esta limitación llego antes de que las bacterias, las eucariotas y las arqueas evolucionaran por separado. Supongo que conociendo esta limitación, en un futuro, es posible que se pueda crear código genético sintético y, tal vez, nuevas funciones. Aunque de entrada puedan asustar las posibilidades que podría ofrecer crear código genético sintético, en el campo de la medicina parece de ciencia ficción y es probable que permitan erradicar enfermedades que hasta la fecha no tienen cura.
    Esto último me lleva a pensar si los humanos hemos alcanzado nuestro limite de evolución y si podemos crear nuevos códigos genéticos que den lugar a distintas funciones, ¿podremos alterar nuestro organismo para respirar en Marte, o para alimentarnos de piedras? ¿Podremos crear plantas que crezcan sin luz solar o que soporten la radiación extrema? Hay todo un mundo de posibilidades. La verdad es que no tengo respuesta a ninguna de estas preguntas pero si las encuentro os lo contaré.
¡Ah! Y aunque no directamente relacionado con la biología, si todo el mundo entendiera que somos iguales entre nosotros y con el resto de seres vivos…¿desaparecía cualquier tipo de rechazo hacía otros seres humanos por cualquier cuestión relacionada con nuestro aspecto o nuestro comportamiento o intereses? Tal vez desaparecerían las fobias de cualquier tipo. Al fin y al cabo, somos lo que somos por casualidad y hay más en común entre todos los humanos que diferente.
    Para acabar, ahora que ya sabéis que el código genético es universal, es indudable que sois prácticamente iguales a vuestro primo Antonio y yo también. Pero si eso os molesta mucho siempre podéis pensar que vuestro primo es prácticamente igual a una mosca de la fruta.


Referencias:



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