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¿Cómo decidimos?

Una buena pregunta para empezar la mañana. La experiencia me dice que creemos decidir usando nuestro conocimiento unido a la racionalidad, sin embargo, me temo que en la mayoría de las ocasiones tendemos a decidir basándonos en aspectos que involucran más a nuestros sentimientos, deseos o expectativas. No sabría valorar la validez de esta manera de tomar decisiones. Lo que sí creo es que en determinadas ocasiones la carencia de algunos conocimientos esenciales nos lleva a sacar conclusiones de una manera un tanto burda. Es muy habitual que tendamos a unificar y a confundir conceptos. La consecuencia de ello es que tomemos decisiones basadas en creencias en lugar de basarnos en conocimientos y certezas.


    La pregunta que me surge es si podemos hacer algo para cambiar esta situación. ¿Más información?, ¿claridad en las explicaciones? ¿una sociedad involucrada en el conocimiento?. Es posible que incidir en  alguno de estos aspectos pudiera cambiar las estrategias, la toma de decisiones y cómo nos involucramos. Quizás pueda mejorar nuestro conocimiento, especialmente en determinadas áreas donde las decisiones son delicadas y pueden tener una gran influencia en nuestra evolución personal y social.
    En el libro Genética y justicia (Allen Buchanan, 2002), podemos encontrar un apéndice de Elliot Sober. El autor explica los conceptos necesarios para distinguir entre genética y biología de forma que sean útiles para la toma de decisiones. 
    Tras la lectura queda claro que si únicamente contamos con una idea vaga o difusa de dichos conceptos, es muy probable que erremos en nuestra decisión. Confundir términos, hacer conexiones sin sentido y tomar decisiones en base a estos aspectos no parece ser una buena manera de afrontar las situaciones. Obviamente no todas las casuísticas son iguales. No es comparable elegir un sabor de helado que decidir sobre si someterse a terapia génica o a una inseminación artificial. 
    Me gustaría profundizar un poco más en cómo influye el conocimiento sobre lo que nos rodea y lo que nos afecta. Para hacerlo me he planteado una serie de preguntas que voy a intentar responder con el único objetivo de comprender si sería necesario que todos dispusiéramos de la información precisa y clara para poder tomar decisiones en aquellas áreas que son más susceptibles a la confusión de términos.
    ¿Qué es conocer conceptos? La mayoría de nosotros tenemos unas definiciones propias de lo que nos rodea. Eso implica que en materias complejas o alejadas de nuestro día a día tendemos a confundir términos, a asociar palabras a creencias que normalmente no tendrían que estar relacionadas y, además, a atribuir determinados valores a algunas palabras que no necesariamente implican lo que nosotros evocamos. 
    ¿Falsas interpretaciones? Me viene a la mente la palabra “natural”. Es una palabra que en mi vocabulario significa que procede de la naturaleza. En general, cuando hablamos de alimentación, termina por ser sinónima de sano. En muchas ocasiones eso confunde a los consumidores que no consideran que, en ese contexto, la palabra natural carece de sentido. Es muy probable que unas pequeñas pero exactas nociones sobre clasificación de alimentos y algunos matices sobre lo que las palabras significan en ese contexto, pudieran servir de ayuda. 
    ¿Cómo hacer que llegue el mensaje de lo que queremos trasmitir? Vivimos en un momento en la historia de la sociedad en la que lo individual está por encima de lo común. Cada uno crea su realidad y su entorno conforme a lo que cree. Tener una cultura y un conocimiento común es cada vez más complejo. Eso significa que esas píldoras de conocimiento para hacer a las personas conocedoras de aquello que es útil para tomar decisiones se me antoja una tarea compleja. No digo que sea inabordable, pero desde luego con una descripción de la sociedad como la que hace Zygmunt Bauman, su implementación no parece sencilla.

“En la vida líquida según Bauman, la sociedad se basa en el individualismo y se ha convertido en algo temporal e inestable que carece de aspectos sólidos. Todo lo que tenemos es cambiante y con fecha de caducidad, en comparación con las estructuras fijas del pasado.” (Mónica Redondo, 2017)


    ¿En qué medios le damos difusión? El acercamiento lo hace generalmente el que desea conocer. Nada se lee de forma exhaustiva. Más bien al contrario, en la mayoría de los casos, hacemos una lectura superficial. Leemos con interés aquello que hemos decidido que merece nuestra atención. Eso implica que, para que el mensaje llegue de forma generalizada a todo el mundo, lo debemos hacer de diferentes formas y en distintos formatos. Creo, además, que hay que ser cuidadoso con quién y cómo se da la información. En muchas ocasiones el emisor es clave a la hora de recibir el mensaje, incluso más que el propio mensaje o el canal.
     En la lectura se referencia a la biología. ¿Es válido para otros saberes? Parece que, en cuanto a determinadas materias, conocer de forma más o menos profunda los conceptos implicados o distinguirlos no hace que afecte en demasía. Sin embargo, en el caso de la biología, la genética  y conceptos relacionados con la salud, diferenciar nos permite comprender. Comprender nos lleva a decidir y las decisiones basadas en la claridad de conceptos suelen tener buenos resultados. Entender, en el caso de la biología, nos permitiría erradicar algunos comportamientos basados en falsas creencias. Por ejemplo, podemos pensar en la xenofobia, homofobia y cualquier tipo de odio basado en creencias falsas y confusiones sobre biología.
    ¿Lo hacemos con todas la materias o con unas pocas? ¿Hasta dónde deberíamos llegar con estás explicaciones? No soy capaz de encontrar una respuesta clara. No dudo de que sería interesante y, además, ayudaría a la comprensión de lo que nos rodea así como a la toma de decisiones. Sin embargo, creo que es inabarcable sería necesario hacer hincapié en materias muy susceptibles a los sesgos y en las cuales estos sesgos suponen conflicto. 
    ¿Sociedad educada en conocimiento? Sería magnífico que toda la sociedad comprendiera, entendiera y tuviera las herramientas de decisión pero ¿es viable? Si nos ponemos, por un momento, del lado de la praxis creo que es sencillo darse cuenta de que no es materialmente factible. Hay muchas dificultades sobre cuándo, qué, cómo y para quién. Abordar una empresa tan compleja requeriría un tiempo y unos recursos con los que no contamos a día de hoy. 
     ¿Sería una mejora social? Sí, sin duda. Sin embargo, en la actualidad, nuestras sociedades son complejas donde priman los intereses individuales, el egoísmo y la rapidez. 
    Para concluir solo me queda añadir que, aunque creo que textos como el de Sober pueden ayudar en aquellos temas en los que estén involucrados sentimientos y creencias, ¿quién nos garantiza que el texto va a modificar las falsas creencias o las incertidumbres de aquellos que deben tomar las decisones adecuadas? Es posible que antes haya que mejorar la comprensión general de la ciencia y asegurarse de que quienes reciban la informción la van a poder asimilar en su magnitud. Tal vez primero tengamos que cambiar la sociedad para después poder hacer de ella una sociedad más madura y comprometida a la que podamos proporcionar información para decidir.

Referencias:


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