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Leer con mis ojos

Comienzo con una duda, a lo largo de la historia ¿hemos leído siempre de la misma manera? Cuando hablo de leer me refiero a la disponibilidad de tiempo para hacerlo, de libros con los que disfrutar y de la capacidad para leer. ¿Cuántas veces hemos dicho que teníamos ganas de acabar algo para poder ponernos a leer? Creo que no siempre ha existido esta posibilidad. Pensad, por ejemplo, en una campesina del siglo XII, ¿tenía tiempo, libros y capacidad para leer? No, los libros no han estado siempre al alcance de todo el mundo. Durante mucho tiempo lo estaban sólo para unos pocos. ¿Y los temas? ¿Eran para todo el mundo?

    La literatura como divertimento estaba sólo al alcance de algunos, los temas no eran universales y, en muchos casos, los libros o manuscritos estaban destinados a ampliar el conocimiento de aquellos que pudieran permitirse disponer de tiempo, de libros y, por supuesto, ser capaces de leer. 

    De forma especulativa y, basándome en mi escaso conocimiento de la historia de la literatura universal, creo que en algún momento esta situación cambió. Supongo que algunos factores como la invención de la imprenta, un aumento en el nivel de alfabetización junto con la industralización y los procesos demográficos permitieron que un mayor número de personas dispusieran de libros.

    ¿Estos cambios sociales afectaron a la temática que reflejaban los libros? Posiblemente. Se despliega un abanico enorme de posibilidades si el mundo se abre a los viajeros que llegan a tierras lejanas y conocen otras culturas. Si hay mayores comunicaciones e interacciones sociales o fenómenos de masas una novela, puede contarlo. Si se aprende sobre nuevas teorías científicas o tecnologías, se puede especular y crear un futuro alternativo. Existe la opción de crear libros para el divertimento, para la denuncia social, para plasmar un sueño, para describir el reflejo de un miedo o recrear una visión del futuro que se puede compartir con otros. 


Mujer leyendo. (Imagen propia)

    Creo que este proceso de cambio pudo ocurrir entre los siglos XVII y XVIII. Es una mera especulación por mi parte decir que el auge de la literatura, entendida como universalización de la posibilidad de leer, llegó en el siglo XIX continuando hasta la actualidad. Es evidente que se trata de una suposición basada en mi experiencia como lectora así que la podéis desechar si no os convence. 

    Para justificar esta idea, os diría que es a partir del siglo XIX cuando la lectura, entendida como placer al alcance de muchos, encuentra su apogeo. Es el momento en el que la realidad social y los avances científicos se hacen presentes en los libros de forma más clara y con intención de llegar a grandes públicos.

    Es un momento de expansión de la literatura, es la transición de una literatura hecha para unos pocos a una literatura hecha para muchos. Es la época en la que la ficción futurista y la búsqueda de sueños entra en los libros y, por extensión, en la mente de muchos. La posibilidad de leer y soñar, viajar y conocer llega a muchos más ojos y mentes de lo que lo podían haber hecho anteriormente. Es cuando la posibilidad de leer se hace alcanzable de una forma más sencilla.

    Es evidente que no todos los libros son iguales. La sociedad, con su influjo los modifica del mismo modo que hace cambiar los deseos, las inquietudes, los conocimientos y los miedos. Esa forma de evolución y cambio abre ante nosotros una pluralidad de visiones del mundo. 

    En literatura como en botica hay de todo. Sin embargo os quiero hablar de unos cuantos libros que se escribieron entre el siglo XIX y XXI. Os voy a dejar que echéis un vistazo a la lista que os he preparado en la que están clasificados por año de publicación y con un pequeño apunte personal sobre la temática.


    Los miserables, Victor Hugo (1862). Cuenta la historia de dos personajes cuya relación representa al bien, al mal y la búsqueda de redención. La injusticia social, la esperanza y la miseria son los hilos conductores de la trama.
Dibujo de Émile Bayard 1862

    Germinal, Emile Zola (1885)La obra describe la situación de los mineros del siglo XIX, las condiciones infrahumanas de trabajo, la lucha por la mejora de su situación y la represión que sufren a manos de las empresas y los empresarios.

    La máquina del tiempo, H.G.Wells (1895)En esta novela encontramos un científico que crea una máquina para viajar al futuro, el interés por comprender la evolución que ha sufrido su sociedad es el tema central de la historia. La división y las luchas.

    La isla del Dr. Moreau, H.G. Wells (1896)Una isla del terror con experimentos en hibridación, toques de naturaleza humana y ética científica se unen en una historia en la que el concepto de evolución está muy presente.

Autor desconocido 1896

    Un mundo feliz, Aldous Huxley (1932)La felicidad a través del control y el consumismo son la esencia de esta novela. El estado, la tecnología y los individuos nacidos en laboratorios para ser clasificados y asignados a una casta y condicionados para aceptar los dictados del Estado. Obediencia y roles asignados son las claves de esta historia.

    1984, George Orwell (1949)Se trata de la distopía por antonomasia. Guerra perpetua, manipulación de la historia, ausencia de libertad individual y totalitarismo. Ha tenido una gran influencia en la cultura popular y el término “Gran Hermano” ha trascendido al lenguaje ordinario para denominar una forma de vigilancia total. 

Diseño propio

    Fahrenheit 451, Ray Brandbury (1953)El conformismo, la cultura del consumo y la ausencia de pensamiento crítico son las claves. Una distopía en la cual la censura tiene un papel relevante. Es una llamada de atención y una alerta de los peligros de no tener un pensamiento crítico.

    El problema de los 3 cuerpos, Cixin Liu (2008). Las civilizaciones extraterrestres y la conquista de otros mundos son el tema de esta novela. La ciencia está presente es su forma más clara, la teoría de la relatividad, la ecuación de Drake, la física cuántica y, también, la filosofía, la soledad y la tristeza son algunas de sus señas de identidad. Una visión oscura de los humanos y de su futuro.

Diseño propio

    Una sùper triste historia de amor verdadero, Gary Shteyngart (2011). Narra la historia de dos personas absolutamente diferentes en un futuro donde la tecnología es la dueña y señora de la vida social. Todas las relaciones están mediadas por la información que reciben las personas al entrar en contacto con otras. Sociedad, tecnología y relaciones sociales inadecuadas son el tema central de la novela.

    Las siete Evas, Neil Stephenson (2016). Una visión optimista del futuro en el que las dificultades son superadas por mujeres fuertes con interés por la exploración y con un profundo espíritu humano. Explora temas como la tecnología, la ética y la ciencia desde un punto de vista realista. La exploración espacial está presente en la historia. 

    No sé si habréis leído alguno, todos o ninguno de ellos. Sin embargo, tras este pequeño apunte cronológico, se esconde algo más. 

    Empecemos por los más antiguos, Germinal y Los miserables. En ambos casos encontramos un marco de referencia histórico en el que hay una búsqueda de mejora social, de crítica a la injusticia y una recreación muy cruda del modo de vida. Las revoluciones y los fenómenos de masas son ejes centrales de ambas novelas.

    Todos los demás son recreaciones de un futuro probable. Wells muestra una visión del científico aislado en sus mundos, con gran dominio del conocimiento. Juega con creaciones imposibles. En ambos libros la ciencia está presente. A finales del siglo XIX la ciencia no sólo avanzaba a un ritmo creciente, sino que también se acercaba más a la sociedad. Los científicos estaban de moda, era la época de las exposiciones universales, de la creación de museos de historia natural y de un intento de divulgar los conocimientos.

    Con el transcurrir del tiempo la sociedad cambió. Las guerras mundiales tuvieron su influencia en la sociedad y en las expectativas sobre el futuro. Es por eso que los tres siguientes autores (Huxley, Orwell y Bradbury) muestran una sociedad futura sin esperanza y con necesidad de revelarse. Si miramos las fechas en las que están escritos, todos son de periodos postbélicos. Las tres son novelas magníficas que recrean distopias, futuros inciertos en los que el mal que la sociedad puede llegar a crear llevará a los lectores a pensar que un paso en falso desencadenará situaciones indeseables. Tras una guerra es lógico que surjan en nuestra mente alternativas que reflejan el miedo al conflicto y sus futuras consecuencias.

    Las tres últimas títulos están escritos en el siglo XXI. Hablan de aquellos futuros que podrían estar a punto de ocurrir. En los tres casos el punto de partida es una sociedad en la que un hecho o un descubrimiento puntual cambian por completo el futuro que esperamos. Usan la ciencia existente como punto de partida y, con ella y sus posibilidades, recrean el futuro que puede deparar a la sociedad actual.

    Con este minúsculo repaso a algunas novelas relevantes de los tres últimos siglos pretendía contaros que la literatura acompaña a la sociedad y a los que en ella habitamos. Los autores y autoras están inmersos, al igual que nosotros, en los hechos sociales y en el contexto histórico. Nadie escapa, por mucho que lo intente, a algunos pensamientos globales que se instalan en nuestra sociedad. Me refiero a teorías de física, a genética, a los fenómenos de masas, a la industrialización y, por supuesto, a los futuros diversos que una mente puede imaginar partiendo de una situación real dada. Hablo de esos futuros que están a un paso, tal vez en falso, de ser reales.

    ¿Afectan a la literatura estos pensamientos globales o tendencias científicas? Por supuesto, nadie que escriba dos líneas puede mantenerse al margen. Quizá pueda mirar atrás, tal vez pueda contar el presente o incluso escapar a un futuro alternativo, ficticio o imaginario completamente. En cualquiera de los casos se arrastran los anhelos, miedos, pensamientos e ideas. Lo que fluye cuando se escribe viene determinado por la interpretación que hacemos de lo que sabemos y lo que podemos imaginar. La literatura se alimenta de la sociedad y la sociedad bebe de la literatura. 

    Obviamente, esta es mi clasificación personal, sesgada y no pretendo que sea válida para todo el mundo, al contrario, creo que cada lector hace su lectura y lo que aprende, aprehende o concluye son únicamente fruto de su forma de leer y entender el mundo que le rodea. Os animo a hacer vuestra propia clasificación. Y leed, siempre.


Referencias:

Ciencia, científicos y literatura, Jordi Solves y Manel Traver



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