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Puristas

El uso del término ciencia, en ocasiones, resulta confuso, nos crea la sensación de certeza y no siempre debemos fiarnos de ese hecho. Seguro que en algún momento habéis oido que un producto es “de venta exclusiva en farmacias” y eso os ha dado tranquilidad. En nuestra mente la idea de farmacia unida a medicina que cura, es muy potente y por eso muchos productos son de venta exclusiva en farmacias. No te hará nada, no te curará, pero creerás que será así. Si la ciencia lo dice ¿tiene que ser cierto, irrefutable e inamovible?
    Pensad en la frase tan usada “pues lo dice la ciencia “ como argumento o sentencia final para saldar una discusión. ¿Está la ciencia libre de valores? ¿Es perfecta? La respuesta es no. 

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    Vamos a hablar de valores. Tenemos dos tipos de valores, los epistémicos y los no epistémicos. Los primeros hacen referencia a aquellos valores que intervienen en los procesos dirigidos a evaluar la ciencia. Los segundos son aquellos que influyen en el proceso científico pero que están vinculados al entorno, a la sociedad o al contexto histórico.

    En ciencia, al igual que en todos los ámbitos de la vida, hay puristas que se olvidan de que como humanos no estamos aislados del mundo, de la sociedad ni de nuestros propios valores. Los puristas centran el foco en los valores epistémicos y, es por ello, que olvidan que la ciencia no es ajena a la historia, a la sociología y a todos aquellos factores humanos que afectan a la actividad científica.

    El purista lo es porque cree que la ciencia se basa en un esqueleto lógico que está relacionado con ciertas creencias justificadas, lo que indica que la visión que muestran es sesgada.

    Pensemos por un momento en el proceso científico. En concreto, pensemos en sus fases. La primera decisión a tomar al abordar la búsqueda de una teoría científica es decidir en qué ponemos nuestra atención, es decir, cuál es el fenómeno que merece un estudio. La recogida de evidencias que fundamenten una hipótesis es el siguiente paso. La formulación de la hipótesis y la obtención de información que la ratifique es lo que sigue. Con los datos adecuados se puede verificar dicha hipótesis y, con ello, establecer teorías o leyes que permitan incidir en la realidad o que sean aplicables.

    Surge una pregunta, ¿todas las partes del proceso están libres de valores no epistémicos? Pensad por ejemplo en la decisión de investigar un problema en concreto. ¿Los que deciden, están libres de prejuicios, intereses, contextos o cualquier otro tipo de influencia a la hora de decidir cuál es el objeto de estudio? En esta ocasión la repuesta también es no. En nuestra forma de pensar y actuar tenemos influencia del entorno, de nuestra evolución como personas, de nuestros intereses y de nuestras creencias, valores y códigos morales. La ciencia, y por extensión los que la producen, no viven aislados por lo que resulta imposible huir del influjo de estos criterios que determinan nuestras decisiones en el día a día. De hecho si la ciencia estuviera libre de ellos ¿no creéis que el desarrollo científico sería uniforme en todo el mundo? ¿No sería la ciencia UNA?

    Debemos considerar que en la última fase del proceso, en la aplicabilidad, para lograr incidir en la realidad hay una clara influencia de los valores no epistémicos. Imaginad que habéis logrado comprender el funcionamiento del genoma humano completamente. ¿Cuáles son las potencialidades que tendría este descubrimiento? Todas, las posibilidades son infinitas. ¿Son todas buenas o malas? ¿Quién decide la dirección en la que se va a llevar a cabo su aplicación? Comprender y modificar los genes sería el objetivo pero ¿es lo mismo usarlos para curar que para crear superhumanos con fines bélicos? Evidentemente, no. Por lo tanto mantener la postura de los puristas de que la ciencia se mantiene alejada de los valores no epistémicos, es difícil de sustentar.

    Evidentemente la existencia de estos valores inmersos en la ciencia hacen que resulte falible, que no sea eterna y que aquello que explica no sea válido siempre.

    Para comprender lo provisional de la ciencia, tenemos que hablar de teorías y de hipótesis. Una teoría científica es un conjunto de conceptos que, tras observar fenómenos con propiedades cuantificables, incluye abstracciones y reglas que expresan la relación entre lo observado y los conceptos definidos. Por su parte, una hipótesis es un enunciado pendiente de comprobación y que, en el proceso puede, resultar confirmada o refutada. Una hipótesis, aunque no esté confirmada, puede responder con base científica a un problema. 

    En pocas palabras, se podría decir que una teoría surge de la extrapolación de lo observado, mientas que una hipótesis se plantea tras percibir un patrón en los datos observados. En la elaboración de cualquiera de ellas es complejo mantenerse al margen de lo que conocemos de antemano, de lo que nos interesa o, incluso, de lo que creemos. 

    Una teoría nos da explicaciones y establece predicciones en base a lo observado. ¿Nos podemos fiar de las teorías? En apariencia una teoría no es una ley, eso significa que, en cualquier momento, puede surgir una nueva teoría que invalide la anterior. Por ejemplo, en el caso de la teoría de cuerdas la imposibilidad de probarla con la tecnología disponible la convierte en algo fútil hasta que se demuestre su viabilidad.

    Significa que como la ciencia elabora teorías que no son eternas ¿deja de ser ciencia? Una teoría, por el hecho de no estar probada aunque se ajuste a lo medible ¿deja de ser ciencia? Todo en ciencia es una teoría pero eso no significa que no tengamos razón para creerla. Por ejemplo Lee McIntyre indica que podemos usar la fundamentación. Este criterio implica que no necesariamente sabemos si algo es verdad, pero que tras haber pasado muchas cribas, sí está justificado el creerlo. Se trata de basarse en la evidencia disponible para creer y eso no significa que no sea científico.

    Llegados a este punto nos encontramos con la falibilidad. ¿Debemos desechar una teoría si creemos que resultará errónea en el futuro? Si eso fuera cierto muchas de las creencias que han sustentado el avance científico no se habrían mantenido y no hubieran podido sentar la base para las teorías que, aunque no fueran definitivas, han explicado nuestro mundo. Creer está bien siempre y cuando sepamos que estás creencias no son eternas e inmutables, que son falibles y que deben estar fundamentadas.

    Tras estas consideraciones me surge una nueva pregunta ¿son las pseudociencias las que se aprovechan de la provisionalidad de la ciencia y lo utilizan para introducir teorías explicativas sin fundamentación? McIntyre dice “si la ciencia sólo proporciona teorías” y éstas son falibles ¿por qué no colocar entre esas aquellas que no tienen ninguna posibilidad de resultar falsables y aprovecharse de la credulidad de muchos?

    Quiero creer que es mejor conocer el mundo con los conocimientos científicos de los que disponemos aún sabiendo que la ciencia no es infalible pero explica nuestro mundo lo suficientemente bien para eliminar parte de la incertidumbre y el miedo que están asociados al desconocimiento. Salvo que vivamos en Matríx, cosa que no creo, la información que aporta nuestro entorno, la que la ciencia recoge y elabora para hacernos más comprensible el mundo es lo suficientemente sólida como para creer y confiar en ella. Eso sí, los males de la ciencia también acechan, pero eso es normal, somos humanos y poco confiables hagamos lo que hagamos.

 

Referencias:


McIntyre, Lee (2020), La actitud científica. Madrid: Cátedra, pp. 62-80.


 

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