Descubrir, normalmente, implica encontrar algo que existía pero que nadie había visto antes. Sin embargo, hasta que este descubrimiento no se comprende y se incorpora a lo existente no cobra sentido pleno. Esta idea es la base de la construcción de la ciencia moderna y, en gran medida, ha permitido convertir a Europa en el centro de la historia del mundo moderno.
En el momento en el que los descubridores reclaman derechos de posesión y dominio sobre lugares o sobre objetos, convierten el descubrimiento en un acto de poder. La consecuencia de este proceso es que la cultura occidental reclama para sí el control y potestad sobre el conocimiento del mundo.
Sin embargo, un descubrimiento, como es el de América, no puede reducirse a conocer al autor, a saber cuándo se produjo y qué fue lo que se descubrió. Por el contrario, se trata de un proceso complejo que adquiere relevancia cuando se comprende y se asimila dicho descubrimiento de forma colectiva. Precisamente de este proceso es de lo que Mauricio Nieto nos habla en La compresión del Nuevo Mundo.
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Mapa del mundo (Stable Diffusion) |
Si entendemos el descubrimiento como un proceso colectivo, decir que Cristóbal Colón descubrió América el 12 de octubre de 1492 es un absurdo. No se trata de un proceso aislado ni de encontrar algo que no existiera, sino de que con su llegada a América aquello que estaba y era, pasa a ser conocido por el resto del mundo. Es el momento en el que América surge en la historia mundial.
Cuando América se incorpora a la historia mundial nos encontramos con dos posiciones. Por un lado la posición europea, en la cual el descubrimiento de América supone un proceso unidireccional y asimétrico, de tal forma que su realidad depende de la conquista europea y por otro está la posición que habla del encuentro entre culturas. Sin embargo es complejo aceptar esta visión de encuentro ya que la mayoría de las narraciones dependen de las construcciones europeas. En cualquier caso en ambas posiciones surge el eurocentrismo con un punto de vista inclusivo pero partiendo de una posición de poder.
Algunos autores hablan de invasión pero no aportan información sobre cómo se creó la soberanía de Europa. Otros autores han preferido hablar de construcción o invención de América. En cualquiera de los casos se mantiene la distinción entre Europa y los otros.
Por lo tanto para poder comprender lo que América y su conocimiento supusieron para Europa y para el resto del mundo, debemos centrarnos en “la comprensión del Nuevo Mundo”.
Según Nieto, se trata de un proceso en el que ambas partes, sujeto y objeto, Europa y América, se transforman mutuamente, participan activamente, coexisten y hacen una comprensión reflexiva la una de la otra.
Al hablar de “Nuevo Mundo” no nos debemos limitar al espacio geográfico distinto de Europa que imaginaban los europeos en los siglos XVI y XVII, sino más bien a la concepción del mundo que resulta de explorar el globo terrestre al completo. En concreto, esta exploración supone la consolidación de la posición de Europa en la ciencia moderna de Occidente.
Esta dominación permitió que las prácticas científicas y procesos culturales que se llevaron a cabo, hicieran del “nuevo mundo” algo comprensible, ordenado y accesible para sus conquistadores. La comprensión global del mundo cambió y Europa se hizo dueña de los conocimientos que surgieron de aquella conquista.
Hasta el siglo XV el mundo se dividía en tres grandes porciones. Los viajes de Colón permitieron imaginar la existencia de islas comparables a las existentes en otros hemisferios, de mundos habitables y naturalezas diferentes que llamaron la atención de la cultura y la imaginación europea. Lo que halló Colón dista mucho de lo que se sabe a día de hoy de América, pero permitió que otros curiosos europeos se dedicaran a imaginar y a buscar cómo podía ser un mundo más amplio.
La imagen del mundo que tenían los europeos cambio. En el famoso mapa de Juan de la Cosa vemos cómo aparece un nuevo mundo, una nueva porción de tierra inexistente para Europa hasta ese momento.
Al hablar de “Nuevo Mundo” no nos debemos limitar al espacio geográfico distinto de Europa que imaginaban los europeos en los siglos XVI y XVII, sino más bien a la concepción del mundo que resulta de explorar el globo terrestre al completo. En concreto, esta exploración supone la consolidación de la posición de Europa en la ciencia moderna de Occidente.
Esta dominación permitió que las prácticas científicas y procesos culturales que se llevaron a cabo, hicieran del “nuevo mundo” algo comprensible, ordenado y accesible para sus conquistadores. La comprensión global del mundo cambió y Europa se hizo dueña de los conocimientos que surgieron de aquella conquista.
Hasta el siglo XV el mundo se dividía en tres grandes porciones. Los viajes de Colón permitieron imaginar la existencia de islas comparables a las existentes en otros hemisferios, de mundos habitables y naturalezas diferentes que llamaron la atención de la cultura y la imaginación europea. Lo que halló Colón dista mucho de lo que se sabe a día de hoy de América, pero permitió que otros curiosos europeos se dedicaran a imaginar y a buscar cómo podía ser un mundo más amplio.
La imagen del mundo que tenían los europeos cambio. En el famoso mapa de Juan de la Cosa vemos cómo aparece un nuevo mundo, una nueva porción de tierra inexistente para Europa hasta ese momento.
En el mapa de Martin Waldseemüller (1507) se menciona la tradicional división de la Tierra en tres partes, pero advierte que recientes exploraciones indican que podría haber una cuarta. Esta nueva tierra fue llamada la tierra de Américo o América. Con ello encontramos el primer documento en el que se menciona América con entidad propia.
Con esta mención por parte de Waldseemüller, América se incorpora como geografía, pero también como historia. El mapamundi celebra el inicio de una nueva era y de un nuevo orden político. Existe un texto que lo acompaña, cuyo objetivo fue ordenar espacial y políticamente el mundo. Establecía una delimitación de los diferentes territorios que facilitaba su exploración y su conquista, ya que se trataba de un instrumento de navegación. Los textos que acompañan a los mapas daban a los territorios un lugar en el tiempo incorporándolos a la historia europea. Este pequeño libro y el mapa tuvieron una fuerte demanda, lo que permitió que el nombre de América arraigara.
Con esto queda claro que la domesticación de América se hace sobre el papel, que la imprenta permitió su difusión y que contó con el papel, los signos, los números los textos y los dibujos como herramientas. Fue la geografía la encargada de hacerlo. El Mundo al completo se hace accesible, y se puede colocar en una imagen global comprensible para todos, es decir, la Tierra en un solo vistazo.
Con esto queda claro que la domesticación de América se hace sobre el papel, que la imprenta permitió su difusión y que contó con el papel, los signos, los números los textos y los dibujos como herramientas. Fue la geografía la encargada de hacerlo. El Mundo al completo se hace accesible, y se puede colocar en una imagen global comprensible para todos, es decir, la Tierra en un solo vistazo.
A pesar de intentar darle nuevos nombres, no alcanzó su entidad hasta que un único nombre fue aceptado por todos, América. Con un nombre, el “nuevo mundo” entró a formar parte del viejo mundo y un nuevo orden mundial surgió.
Lo curioso es que el objeto del descubrimiento no tiene el protagonismo sino que lo tiene Europa como descubridora. Europa, como área dominante que marca la distinción entre centro y periferia, es la que consolida la universalidad de la historia al incorporar este territorio y expandir su cultura.
Lo curioso es que el objeto del descubrimiento no tiene el protagonismo sino que lo tiene Europa como descubridora. Europa, como área dominante que marca la distinción entre centro y periferia, es la que consolida la universalidad de la historia al incorporar este territorio y expandir su cultura.
En un grabado de Johannes Stradanus nos encontramos que el autor representa a América como la naturaleza y a Europa como la cultura. En este grabado, América esta aletargada a la espera de que se le despierte. Vespucio es una figura con historia y los habitantes de América están esperando a ser nombrados para existir. Estas son las circunstancias que construyen un Occidente diferenciado del resto afirmando su condición de conquistador y su destino imperial.
América no sólo es un viaje en el espacio también es un viaje en el tiempo donde está el pasado de la humanidad. Donde se puede reflexionar sobre los orígenes la naturaleza de la humanidad y la cultura. Lo que reafirma el papel primordial de Europa en lo que parece ser la historia universal.
Para llevar a cabo este proceso es necesario categorizar y ordenar el mundo natural. Esta categorización se puede hacer por similitud y por semejanza. En Historia general y natural de las Indias, Gonzalo Fernández de Oviedo quiso hacer lo mismo que Plinio el Joven y describir lo que en América se podía encontrar. Sin embargo son tantas sus imprecisiones que queda claro que no se trataba de intentar ofrecer una nueva visión, sino que es un intento de adaptar lo que se descubre a lo que desde Europa se conoce. Por ejemplo, al describir una zarigüeya la compara con un pequeño conejo con una cola similar a un ratón y unas orejas muy semejantes. Se trata pues de una búsqueda de representaciones fáciles y sencillas de comprender para un europeo.
De todo lo que Nieto nos cuenta en su artículo podemos comprender que el mundo moderno y el eurocentrismo no se pueden entender sin comprender las prácticas culturales, la tecnología, la cartografía y la historia que hicieron de lo desconocido algo familiar y propio.
Referencias:
La compresión del Nuevo Mundo (Geografía e Historia Natural en el siglo XVI) de Mauricio Nieto Olarte
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