Si admitimos el esencialismo como punto de partida para el conocimiento, las propuestas que se plantearían supondrían, por ejemplo, preguntar si la Tierra es redonda o plana y, en lugar de investigar o medir la Tierra, considerarían desde el punto de vista abstracto analizar el plano, el circulo o la esfera como conceptos. La idea de Tierra en lugar de la Tierra en sí misma está relacionado con la normatividad epistemológica, lo que significa que existe una desvinculación absoluta de la realidad, ya que las normas son intemporales e invariables.
Lo cierto es que el esencialismo ha tenido éxito, no por casualidad, sino por estabilidad. La estabilidad de los objetos, las cosas, la naturaleza y lo que nos rodea nos permite categorizarlas, clasificarlas y separarlas, establecerlas en especies, géneros y categorías. Esta forma de pensamiento permite que nuestro mundo sea más sencillo, más comprensible. Por lo tanto, si creemos encontrar esa esencia invariable en el tiempo, por muchos cambios que se produzcan, los individuos tendremos una naturaleza y un entorno más controlados, más dominados y más comprensibles. Evidentemente no puede haber una mutación continua, sabemos que existen esencias que son invariables y aunque cambien los individuos a los que pertenece, la esencia perdurará. Sin embargo esto no significa que podamos hacer una extracción de esencia de todo lo que nos rodea, la contingencia también forma parte de la naturaleza.
Evidentemente lo que es útil en la vida cotidiana o en el día a día no necesariamente tiene que ser verdadero. Pensemos en un tigre. Si cogemos un tigre, y entendemos que la esencia del tigre aunque lo hagamos más pequeño no va a variar, nos encontraremos que tras hacerlo mucho más pequeño y pasar de pesar 500 kg a pesar 5 kg, seguiríamos teniendo un tigre, y es muy probable que lo que tengamos sea un gato.
Hubo momentos en el que el concepto cambió, se modificó esa distinción entre sustancia y accidente. Por ejemplo Newton o Darwin fueron algunos de los que contribuyeron a ello. En el momento en el que Darwin nos propone una idea de mutación, aún manteniendo nuestra ”esencia humana”, da al traste con la idea de separar la esencia de la contingencia.
La historia de la ciencia afecta a los prejuicios epistemológicos y son estas mutaciones las que deberían ser objeto de la epistemología. Nos permiten comprender ciertos comportamientos culturales en ámbitos muy diferentes. Precisamente, la epistemología histórica no es esencialista porque parte de la contingencia del momento o de la relatividad histórica de la ciencia, lo que implica que no es unitarista en cuanto a la idea de conocimiento ni de sus métodos ni de sus criterios de gestión.
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