Ir al contenido principal

Tejido desgarrado

Día 1 de mi espacio-tiempo

    Años de experimentos y lo hemos conseguido. No sé cómo se nos ha ocurrido la idea, supongo que leyendo todos esos cómics que nos gustan desde nuestra infancia. 

    El problema está en la necesidad de sobrevivir durante el tiempo que voy a estar sola aquí. No tengo ni idea de cómo va a funcionar mi cabeza y si voy a sobrevivir a la soledad.
    Hemos creado un laboratorio que está fuera de nuestro espacio-tiempo. El tiempo, en este fragmento desgarrado del tejido de la realidad, avanzará, pero en el que habitaba hasta hace un momento, permanecerá inalterado.
    Hace tiempo, se nos ocurrió que la investigación era muy lenta para adaptarse a la velocidad de nuestro mundo y de sus necesidades. En esa pequeña parcela mi tiempo fluye, pero no así el del resto. Detenerlo supone una gran ventaja para garantizar la supervivencia de quienes están infectados.
    En el momento que tenga la cura, reintegraré el tejido a su espacio-tiempo y no habrá pasado ni un solo segundo desde que me aislé. Salvaré muchas vidas a cambio de mi tiempo y mi soledad.
    Si logro sintetizar la vacuna en un año, estará bien. Sobrevivir se me antojaba complicado, aislada y sin compañía, pero merece la pena arriesgarse si con ello salvo la vida de todas aquellas personas que, en el momento de pasar a ese trocito bifurcado de la realidad, están a punto de morir. 

Aislada


Día 666 de mi espacio-tiempo

    He logrado sintetizarla, se salvarán y yo viviré para contarlo. No me arrepiento de la soledad sufrida. En dos minutos regreso a mi espacio-tiempo.

Día 3 de la realidad

    No se ha roto el tejido del espacio-tiempo de la realidad. Al volver todo estaba exactamente igual. ¿Yo? Un poco más vieja y cansada, pero feliz. He conseguido lo que buscaba, salvar a los infectados por el desánimo, he salvado 200.000 vidas, el 20% de la población mundial. 
    Espero que el año que llega, el 2124, nos sea favorable y sobrevivamos a lo que la tierra hostil que nos rodea nos permita. Si nos vuelve a atacar algo, tal vez, la desesperanza, volveré a mi tejido desgarrado y haré lo necesario para que sobrevivamos de nuevo. 

Microrrelato creado para colaborar con Divagacionistas con el tema  #relatosSobrevivir


Comentarios

Lo más visto

El sonido del frío

Lo que más ha gustado

El sonido del frío

¿Sois capaces de oír el frío? ¿Olerlo? Alguien habrá contestado afirmativamente a alguna de las preguntas, ¿no? Si me lo permitís me gustaría contaros que yo sí lo oigo, aunque igual es más correcto decir que no oigo nada cuando hace mucho frío.        No, no se trata de que tenga un problema auditivo, al contrario, tengo mala vista, pero muy buen oído y olfato. En su día os conté que huelo el calor y hoy os quería contar que oigo el frío.      Os pongo en antecedentes, vivo en la costa, en un lugar desde el cual, las noches con fuerte oleaje, cuando el ruido diurno cesa, se oyen las olas como un rumor constante de fondo. A mi alrededor hay muchísimos árboles y arbustos que al más mínimo roce del viento murmuran, y que en los días de lluvia crean una sinfonía de golpeteos, choques y roces.       No es raro que se produzcan galernas repentinas, acompañadas con grandes estruendos que, suelen agitar las ramas de los árboles como si es...

¿Ese?, es un cardo borriquero

Era pequeña cuando le oí a mi amama 1 referirse a alguien como cardo borriquero . Por la cara que puso al decirlo, saqué la conclusión de que debía ser alguien con pinchos, seco y feo o, lo que es lo mismo, poco agradable.      En ese momento, mis conocimientos sobre los cardos se limitaban a la cocina. Tenía la absoluta certeza de que mi amama los cocinaba como nadie (a mí no me salen tan bien), que estaban muy ricos y que daban mucho trabajo.      Esa asociación de ideas, el cardo y una persona áspera, fea y seca, me ha durado mucho tiempo, en concreto, toda mi vida hasta hace un mes.      Este verano, para descansar cuerpo y mente, elegí ir a Dublín. Me encantó la ciudad, su ambiente, la gente y la bonita costumbre de vender flores en la calle. Disfruté muchísimo viendo los distintos puestos.       En la mayoría de ellos encontré algo parecido a unas flores de un precioso color azul que me parecieron una auténtica bell...

May the ´Darth´ side of the Science be with you.