Ir al contenido principal

La esencia del pánico

Un domingo cualquiera y una sala de cine. La película ni siquiera tiene importancia, lo relevante fue la necesidad de huir.

    Una escena simple, sin nada especial, ni relevante, ni emotivo, ni duro, ni interesante. Una sencilla escena con dos protagonistas hablando. Un diálogo insulso, sin potencial para crear pánico, ni siquiera tristeza o emoción de ningún tipo. 

    Una esencia llegó hasta su nariz, almizclada, con notas de madera y seca, muy seca. Su cerebro viajó a miles de días en el futuro, una imagen de apocalipsis, dolor y necesidad de huir se formó en su cabeza con tanta nitidez que hubiera asegurado que acababa de ver un mal augurio del día de mañana.


    Tan rápido como la imagen llegó, se fue, no así el olor. El aroma del pánico a un apocalipsis anunciado y terrible fue su compañero un tiempo. Una esencia que tuvo adherida a su mente y que no era capaz de eliminar. Tardó dos años en volver a pisar una sala de cine. 

    Hoy ha vuelto a olerla y ha sentido pavor. El cuerpo y el cerebro le piden huir, pero ¿hacia dónde? No hay escapatoria y lamenta no haber sido capaz de comprender el augurio que aquella esencia le mostró. 

    El aroma del café le saca de su ensoñación. El pánico, en ocasiones, se apodera de su mente y solo la esencia de la realidad le devuelve la cordura. 

Este microrrelato ha sido creado para colaborar con Divagacionistas con el tema #relatosEsencia 


 

Comentarios

Lo más visto

Dale cariño a una científica

Lo que más ha gustado

Dale cariño a una científica

Una vez tuve un sueño que casi se cumple, pero un error de cálculo ha impedido que sea posible. No pasa nada, no os lo puedo enseñar completo, pero os puedo contar como ha sido y que veáis una pequeña muestra de ello.      Todo empieza, en ocasiones, con algo que no encaja. ¿Os ha pasado? A mí muchas veces.        A principios de curso me di cuenta de que hay muchas y fantásticas iniciativas para dar a conocer a las mujeres científicas. Durante muchos años me he propuesto acercar a mis estudiantes a estas mujeres y, en la mayoría de las ocasiones, para ello les he pedido un trabajo, un póster o una presentación sobre alguna científica de su elección para exponerlo en clase.      Harta de repetir lo mismo de múltiples formas, por fin me di cuenta de que algo no encajaba en esas exposiciones y trabajos. ¡Faltaba cariño! Aprendían los datos de la científica y los escupían con mayor o menor fortuna para un público poco entregado y con ganas...

Algo muy pequeño escondido al fondo

—¡Un sobre, un sobre! — grité cuando lo vi.      En alguna ocasión os he contado que, desde muy pequeña, quienes bien me quieren NO me han hecho llorar, al contrario, me han hecho disfrutar y han alentado mi curiosidad con regalos que me han permitido entender algunas de las maravillas que nos rodean…esqueletos, juegos de química, microscopios, muchísimos libros y algún que otro sobre.      El 6 de enero de 2019 me encontré con uno de estos sobres y dentro: un viaje a Ginebra para visitar el CERN . ¡Iba a ir al lugar donde cogen partículas, les dan una velocidad propia de Star Wars y las hacen chocar!      Os podéis imaginar la ilusión que me hizo ir donde se busca lo elemental, y cuando digo lo elemental, quiero decir aquello de lo que está constituido todo, y que ningún ojo puede ver, lo más pequeño de lo pequeño.      Tras los besos, los abrazos, las gracias y algún que otro grito de entusiasmo, la cabeza me iba a mil y me a...

May the ´Darth´ side of the Science be with you.