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Divergencia de opiniones

 En cualquier lugar

- ¿Has visto? Xilú es especial, apenas tiene un año y ya te mira como si se fuera a arrancar a hablar y darte un discurso. Me maravilla, desde que nació noto que tiene algo distinto.
- Si tú lo dices. Es un bebé, yo no veo nada especial. 
- ¡Tú no eres madre y no lo entiendes!
- Será eso.

Un año después

- ¿Has visto? Cuando el resto llora, Xilú calla. Es muy especial, se mueve con calma y su primera palabra ha sido: música. Le encanta oír música. 
- ¡Qué bien! Es muy bueno que le guste la música, pero que no llore cuando lo hace el resto...
- Eso es porque ha madurado antes que el resto. 
- Claro, claro. 

Otro año después

- ¿Has visto? Xilú es especial, habla lo justo, se sienta a ver la televisión y puede ver un programa de debate sin hablar, alerta y en silencio. A veces creo que está reflexionando sobre lo que dicen. Pone una cara muy graciosa cuando lo hace.
- ¿No crees que eso es poco frecuente? Sólo tiene tres años. 
- ¡No es raro, es especial!
- Vale, vale. Lo que tú digas.

Un par de años después

- ¿Has visto? En el cole, Xilú es tan especial que no juega. Me han dicho que se sienta en una esquina y que escucha música con sus cascos, dibuja unas auténticas maravillas y apenas molesta. 
- No sé que decirte, lo habitual a esa edad es que jueguen, hagan ruido, se peleen y tengan alguna que otra pataleta. El comportamiento de Xilú no es habitual. ¿Está bien? ¿Os han dicho algo?
- ¿Qué nos van a decir? Nada, es una maravilla y muy especial. 
- Sí, eso creo yo…

Cuando Xilú tenía 6 años

- ¿No te vas a creer lo que me han dicho en el cole de Xilú? 
- ¿Que es especial?
- ¡Alucino! Eso dicen, que tengo que llevarle a hacer unas pruebas y que creen que su forma de aprender y ver el mundo es "especial", no me lo creo. ¡No entienden nada! Xilú es como el resto, fijo. 
- Bueno, igual no. 
- ¡Tú que sabrás! Xilú es como el resto y punto.
- Sí, sí, sí, sin duda. 

Normal y divergencias (Pintura digital propia)


Unos meses después

- Estoy alucinando. ¿Sabes que me han dicho de Xilú?
- ¡Puf! Ni idea. 
- Todo mal, que es “especial”. ¿Te lo puedes creer? Han dicho que no es como el resto, que aprende diferente, que su visión del mundo es distinta, que los ruidos le molestan y por eso escucha música todo el día. Me han contado que tiene dificultades para comprender lo que le dicen, que por eso habla poco y que su desarrollo va a ser distinto al del resto. 
- Supongo que es neurodivergente. 
- Neuro...¿qué? No, no, me han dicho que es “especial”. 
- Pues eso, que percibe su entorno de manera distinta. Sus ideas y sus formas de comprender no son como las del resto. Tendrás que darle apoyo y ayudarle para que su vida sea agradable y buena. Será diferente al resto y, en ocasiones, lo pasará mal. Si lo comprendes y le das apoyo, será una persona maravillosa que te mostrará un mundo distinto y que hará que comprendas el valor del pensamiento divergente. Es posible que se encuentre con personas que no entiendan su comportamiento y, probablemente, digan que es "especial". 
- ¿Especial? ¡No! Xilú es como el resto, no es “especial”, me lo vas a contar a mí, ¿quién conoce mejor a Xilú?, ¿yo o alguien que le ha visto un rato? No, Xilú no es “especial”. 
- En eso tienes razón, no es especial, es neurodivergente.
- ¡No digas eso! Xilú es normal.
- Lo que tú digas, pero nadie es normal. Lo normal no es nada, solamente es lo más frecuente o habitual con lo que nos encontramos. 

Nota de la autora: 

    Nunca he oído esta conversación y, sin embargo, no dudo de que se haya producido. 
    He encontrado casos entre mis estudiantes en los que uno o ambos progenitores no aceptaban que sus vástagos fueran neurodivergentes. Se negaban a entenderlo y su pretensión era que desarrollarán un currículum estándar sin contar con las habilidades o dificultades que podían tener. 
    Este comportamiento producía en mis estudiantes angustia, insatisfacción, depresión y sensación de abandono, así como un exceso de presión para lograr aquello considerado “normal”. 
    Muchas veces he pensado que se trataba de personas que habían sido objeto de atenciones mientras su comportamiento divergía del estándar en edades tempranas, pero que cuando esas divergencias afectaban en especial a los estudios, se querían obviar. El objetivo último de los progenitores era completar el curriculum habitual y que las metas de estas personas estuvieran marcadas por la “normalidad”. ¡Una pena! 
    Todo el mundo es especial si eso significa estar por encima del resto, pero si es una divergencia que presenta alguna dificultad de cara a los demás, se convierte en “especial” y se percibe falsamente como inferior o malo. No, lo divergente, sea en el ámbito que sea, nos enriquece, nos enseña un mundo distinto y podemos aprender muchísimo. 

Entrada creada para colaborar como #Polivulgadora en la iniciativa Café Hypatia con el tema #PVneurodiversa




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