Ir al contenido principal

¡Emosido engañado!

Una conversación en un lugar de ficción cuyo nombre no recuerdo. No tenía ni idea de cómo se había iniciado el diálogo, pero me senté y puse la oreja.

    —…es que yo soy ‘de letras’ —había pronunciado una mujer, llamémosla Ada.

    Su interlocutora, llamada Hedy, bufó. Parecía harta de oír esa frase sin terminar de entender a qué se refieren quienes la usan.

    Pensé que Hedy se iba a callar, pero en lugar de dejarlo correr, dio comienzo a un diálogo que nunca olvidaré.

    —¡Ah! Así que eres ‘de letras’ —dijo con sorna —entonces te dedicas a la genética.

    —¿Genética? —espetó Ada con incredulidad —. ¡Si te he dicho que soy ‘de letras’!

    —Pues eso, la genética son letras, ¿no? —explicó Hedy con calma y gritó —¡GATTACA! —. Dejó que Ada pensara un segundo —. La palabra que contiene las letras que se usan para escribir el código genético. ¿Te suena?



    Me pareció muy graciosa su respuesta, así que seguí a la escucha.

    —Claro que me suena —admitió Ada. Sin embargo, se mantuvo en sus trece —Con ‘de letras’ me refiero a latín y esas cosas.

    —¡Estupendo! Entonces biología — dijo alzando las manos en un gesto de triunfo.

    Estaba claro que su intención no era acertar.

    —No, no y no. —y elevando la voz preguntó —¿Biología? ¡Venga ya! Le-tras, te he dicho le-tras, palabras, nombres y esas cosas.

    Hedy no se dejó vencer por la negativa.

    —Biología, sin duda. Lo de los nombres me ha dado la pista —aclaró.

    —Hedy, no te sigo. —admitió con cara de no entender nada.

Me dio la impresión de que estaba despistada y, que al igual que yo, estaba esperando a que Hedy nos aclarara el asunto.

    —Dime Ada, ¿cuál es tu flor favorita? —le preguntó sin más ni más.

    Zantedeschia odessa. — contestó alto y claro.


    —¡Ves! Biología, en concreto botánica. ¡Lo que yo decía! —dijo contenta—. Si me dices que eres ‘de letras’ por lo de poner nombres, el latín y esas cosas, está claro que la taxonomía es lo tuyo.

    Ada reflexionó un momento.

    —A ver si vas a tener razón y resulta que soy de ‘letras de ciencia’. — comentó entre risas mientras tentaba a Hedy con otro argumento —Chica, lo mío son los idiomas y los lenguajes, a eso me refiero con ‘de letras’.

    Hedy volvió al ataque.

     —¡Hala! Entonces ya sé qué quieres decir —concluyó y explicó—Programación, inteligencia artificial o algo de informática —. Noté en su voz una risita medio escondida cuando dijo—: ¡Dime que sí! ¿A qué es eso?

    —¡Flipas! —exclamó —Te he hablado de lenguaje y me dices programación e inteligencia artificial. ¡Se te va la olla!

    —No, no, no se me va nada. Ada, en estas áreas lo importante es el lenguaje, tiene que ser muy preciso y no caer en ambigüedades. —a lo que añadió —: Por eso te lo he dicho, como todo el rato estamos hablando ‘de letras’.

    Ada intentó de nuevo mantener su postura y afinar su argumento. Sin embargo, tenía una sonrisa en la cara que indicaba que había entendido la cabezonada de Hedy.

    —¡Qué cabezona eres! A ver, tía, que cuando digo que soy ‘de letras’ hablo de letras en abstracto.

    —Estupendo. ¡Ya está! Si hablas de letras y de abstracto… —respiró hondo, pensó durante un momento y dijo —puede ser o álgebra o lógica. —Con una carcajada remató el argumento —. Nunca he visto más letras en ninguna otra materia, ¡todo son letras! Ada, no se puede ser más ‘de letras’ que si te dedicas al álgebra o a la lógica.



    Casi me caigo de la risa.

    Ada no tuvo más remedio que admitir que su ‘ser de letras’ no se sustentaba. Así que Hedy dio fin a la conversación.

     — QED, no eres ‘de letras’ —. Y ambas soltaron una buena carcajada.

    Ada había comprendido la lógica de Hedy y quiso probar. Hedy le dio pie, soltando la frasecita de marras.

    —Es que yo soy ‘de ciencias’ —afirmó, con un guiño.

    —Genial, ¿calcúlame la raíz cuadrada de nueve millones seiscientos veinticinco mil treinta y tres? —pidió, fingiendo una seriedad que hacía rato que nos había abandonado a todas.

    —Cuando digo que soy ‘de ciencias’ no me refiero a hacer números; ¡eso lo hacen las calculadoras! —argumentó.

    —¡Cómo que no haces números! —exclamó con falsa sorpresa —Entonces te manejarás mejor con las cosas escritas con palabras que son letras. —afirmó mientras le guiñaba un ojo.

     —¿Letras? ¡No, no, no! —. A su negativa le faltaba una explicación —Con ser ‘de ciencias’ quiero decir que me manejo mejor con leyes, fórmulas y esas cosas.

    Ada siguió con sus deducciones.

    —¡Ah! ¿entiendes de legislación?  —le preguntó con un toque de maldad en su voz.

    —No, no entiendo nada de eso. —y añadió —: Te he dicho leyes, ¡derecho dice!

    —Me has dicho que entiendes de leyes y, además, que no haces números. Eso significa que entiendes de leyes escritas.

   —¿crees que no sé leer? —preguntó incrédula—Sí sé y de leyes universales entiendo, pero…

    —¡Ah! Entonces entiendes de derecho internacional o derechos humanos. —le vaciló —¿qué dices ahora? — con una risita le incitó —¡defiéndete!


    




    Para mi satisfacción Hedy siguió con el tema.

    —Con ‘de ciencias’ me refiero a aspectos que explican el funcionamiento de la naturaleza humana, pero no desde la legislación.

    —Entonces te tienes que dedicar a la… ¿sociología? —le preguntó.

    —¡Sociología! ¡Que soy ‘de ciencias’! —dijo con fingida exasperación. —Los humanos mejor a distancia o en trocitos —explicó carcajeándose.

    —¡Anda, en trocitos! Entonces eres arqueóloga—. Cada vez les costaba más mantener la compostura y no me extraña. Yo estaba muerta de risa.

    —¿Arqueóloga? ¡Ni de coña! —y le explicó —Manejo datos, analizo lo que otras personas publican; hay cosas humanas y sí, sí que manejo palabras —y sentenció—, pero soy ‘de ciencias’.

    —Te he pillado. Seguro que cuando dices ‘de ciencias’ te refieres a economía… hay leyes, cosas de humanos y datos, muchos datos.

    Durante un momento, Hedy suspiró con teatralidad e hizo un nuevo intento para sostener sus ‘es que soy de ciencias’.

    —No aciertas ni una y no van por ahí los tiros. Cuando digo que soy ‘de ciencias’, me refiero a que la historia y esas cosas me pillan lejos.

    Yo no tengo muy claro qué significa que la historia te pille lejos: ¿lejos en el tiempo o lejos en el espacio? 

    —¡Qué me dices! Entonces… ¿no sabes lo que ha pasado en el mundo en el último siglo? —le espetó llevándose las manos a la cabeza.

    —¿Me tomas el pelo? —dijo Hedy fingiendo que perdía la paciencia —Claro que lo sé.

    —No sé —dudó —como dices que la historia te pilla lejos… ¿conoces a Hypatia de Alejandría?

    —¡Me ofendes! Por supuesto que la conozco, y a Ada Lovelace, a Betty Molesworth, a Hedy Lamarr y a muchas más.

    —¡Menos mal! —comentó con falso alivio Ada —Por un momento, he pensado que vivías aislada y que no sabías nada del mundo.

    Quedaba el remate final. 

    —¡Eres mala, Hedy! Me has estado engañando todo el rato. —le comentó —Dices que ‘eres de ciencias’, pero no haces números  —y continuó —,conoces leyes, sabes historia, sabes leer, tus actividades están relacionadas con humanos… ¡Emosido engañado, tú no eres ‘de ciencias’!




    —¡Elemental, querida Ada! Nos timamos a nosotras mismas cuando nos ponemos la etiqueta ‘de ciencias’ o ‘de letras’. —y continuó dirigiéndose a mí — La vida es muy compleja y, desde luego, no se explica desde dos perspectivas presentadas como opuestas —. Soltó un largo suspiro y terminó con estas palabras —: Hay intersecciones y uniones en todos los ámbitos. El purismo para quién lo pueda sostener.

     —Cierto —confirmé —, creo que cuando alguien dice ‘de ciencias’ o ‘de letras’ lo usa como argumento final o a modo de barrera —. Añadí —tengo la impresión de que se usa como excusa cuando algo no nos interesa o no lo comprendemos.

    —Además, en muchas ocasiones, se utiliza de forma despectiva para adjudicar a un conocimiento menor validez o para convertir a otro en verdad absoluta. —dijo Ada con un tono muy serio.

    Pensé en cuántas veces he oido a alguien referirse a otra persona como ‘de letras’ con tono condescendiente.

    —Creo que estamos haciendo una distinción artificial y que no es válida como argumento de nada.—y añadí —:Cambiar esa percepción del conocimiento no es tarea fácil.

    — Tienes razón —concluyó Ada. —La curiosidad no entiende ‘de letras’ o ‘de ciencias’. Con independencia de nuestras preferencias, levantar un muro entre las distintas formas de comprender el mundo no tiene ningún sentido.

    Como imaginaréis, esta conversación nunca se llegó a producir, pero hubiera sido bonito, ¿verdad?


Con esta entrada participo como #Polivulgadora en la iniciativa de Café Hypatia con el tema #PVunacultura

 

 

 


Comentarios

Lo más visto

El sonido del frío

Lo que más ha gustado

El sonido del frío

¿Sois capaces de oír el frío? ¿Olerlo? Alguien habrá contestado afirmativamente a alguna de las preguntas, ¿no? Si me lo permitís me gustaría contaros que yo sí lo oigo, aunque igual es más correcto decir que no oigo nada cuando hace mucho frío.        No, no se trata de que tenga un problema auditivo, al contrario, tengo mala vista, pero muy buen oído y olfato. En su día os conté que huelo el calor y hoy os quería contar que oigo el frío.      Os pongo en antecedentes, vivo en la costa, en un lugar desde el cual, las noches con fuerte oleaje, cuando el ruido diurno cesa, se oyen las olas como un rumor constante de fondo. A mi alrededor hay muchísimos árboles y arbustos que al más mínimo roce del viento murmuran, y que en los días de lluvia crean una sinfonía de golpeteos, choques y roces.       No es raro que se produzcan galernas repentinas, acompañadas con grandes estruendos que, suelen agitar las ramas de los árboles como si es...

¿Ese?, es un cardo borriquero

Era pequeña cuando le oí a mi amama 1 referirse a alguien como cardo borriquero . Por la cara que puso al decirlo, saqué la conclusión de que debía ser alguien con pinchos, seco y feo o, lo que es lo mismo, poco agradable.      En ese momento, mis conocimientos sobre los cardos se limitaban a la cocina. Tenía la absoluta certeza de que mi amama los cocinaba como nadie (a mí no me salen tan bien), que estaban muy ricos y que daban mucho trabajo.      Esa asociación de ideas, el cardo y una persona áspera, fea y seca, me ha durado mucho tiempo, en concreto, toda mi vida hasta hace un mes.      Este verano, para descansar cuerpo y mente, elegí ir a Dublín. Me encantó la ciudad, su ambiente, la gente y la bonita costumbre de vender flores en la calle. Disfruté muchísimo viendo los distintos puestos.       En la mayoría de ellos encontré algo parecido a unas flores de un precioso color azul que me parecieron una auténtica bell...

May the ´Darth´ side of the Science be with you.