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¿Ese?, es un cardo borriquero

Era pequeña cuando le oí a mi amama1 referirse a alguien como cardo borriquero. Por la cara que puso al decirlo, saqué la conclusión de que debía ser alguien con pinchos, seco y feo o, lo que es lo mismo, poco agradable.
    En ese momento, mis conocimientos sobre los cardos se limitaban a la cocina. Tenía la absoluta certeza de que mi amama los cocinaba como nadie (a mí no me salen tan bien), que estaban muy ricos y que daban mucho trabajo.
    Esa asociación de ideas, el cardo y una persona áspera, fea y seca, me ha durado mucho tiempo, en concreto, toda mi vida hasta hace un mes.
    Este verano, para descansar cuerpo y mente, elegí ir a Dublín. Me encantó la ciudad, su ambiente, la gente y la bonita costumbre de vender flores en la calle. Disfruté muchísimo viendo los distintos puestos. 
    En la mayoría de ellos encontré algo parecido a unas flores de un precioso color azul que me parecieron una auténtica belleza. Me llamó mucho la atención su color y su forma, muy alejada de las flores que conozco. Me resultaron extrañas y familiares a la vez.

Imagen generada con IA

    En el aeropuerto, volviendo a casa y para pasar el rato, busqué un poco de información sobre esas flores. Descubrí, para mi sorpresa, que se trataba de cardos y, además, me sirvió para darme cuenta de que conocía algunos de ellos.
    Con los que primero entré en contacto, como ya os he contado, fueron los comestibles, Cynara cardunculus. Son habituales en Navarra, en La Rioja y en Aragón, y en mi casa, desde siempre, se comen en Navidad. Os dejo una receta por si os apetece probar.
    La verdad es que resultan feos de ver, sí, son unos tallos largos con un color blanquecino y con pinchos finísimos. Sin embargo, una vez limpios y cocidos, tienen una textura suave, deliciosa y cargada de sabor.
    No os descubro nada nuevo si os digo que, como vasca que soy, me gusta comer y casi siempre estoy pensando en comida. ¡Qué se le va a hacer! También me sonaba que, con las flores del Cynara cardunculus, se hacía queso. Un poco de búsqueda y sí, se usan como cuajo vegetal. ¿Lo sabíais? Para asegurarme de que estaba en lo cierto le mandé un mensaje a mi botánico de cabecera, Eduardo Bazo, y me lo confirmó.
    En su libro Con mucho gusto, hay un capítulo dedicado a los quesos de flor. Os recomiendo su lectura si os apetece un menú cuajado de historias botánicas. Para que os hagáis una idea, el queso flor de Guía es DOP (denominación de origen protegida) desde 2010 y se cuaja con Cynara cardunculus o con Cynara scolymus más conocida como alcachofa. Ambas plantas, el cardo y la alcachofa, están emparentadas y, en mi humilde opinión, son dos autenticas delicias para el paladar.

Portada del libro de Eduardo Bazo

    La botánica me chifla, pero desde luego estoy muy lejos de ser una experta, así que a la vez que le consultaba sobre el queso, le pregunté si al decir flor de cardo hablaba con propiedad. La respuesta fue clara: son inflorescencias (flor de flores) y se llaman capítulos. ¿Flor de flores? No me digáis que no es bonito.
    Aquí no acabó mi búsqueda y los siguientes que encontré fueron los Silybum marianum. No me había dado cuenta en su momento, pero los había visto en Lanzarote. Son una preciosidad entre rosa y violeta (os advierto que soy muy mala nombrando colores así que, si alguien cree que tienen otro color, seguro que ese es el correcto). 

Ilustración de Wikimedia Commons

    Lanzarote es conocido por su paisaje lunar, de hecho, la cámara que llevará la Misión Artemis III se ha probado allí. ¿Qué nos dice esto de los cardos? Que son resistentes, que les gusta el calorcito y que surgen en cualquier grieta. Nadie puede negar que son duros de pelar, real y metafóricamente hablando. ¿Crecerían en la Luna? A lo mejor en el futuro, ¡quién sabe!
    Mientras seguía buscando más información, me acordé de mi cuadrilla, no porque sean como cardos sino porque paseando por Grisel (Aragón) habíamos visto algunos ejemplares de Eryngium burgatti, cerca del Pozo de los Aines. Al verlo me acordé de que no era la primera vez que me los encontraba, pero me había olvidado por completo de ellos.

Eryngium burgatti imagen de Myrabella

    Todos los veranos los hemos visto en las orillas de los caminos por los que paseamos en el Campo de Borja. Su azul contrasta muchísimo con el color de la tierra árida que les rodea y producen una sensación de delicadeza que me parece bellísima.
    ¿Qué os han parecido los cardos? A mí me ha quedado claro que mis conocimientos sobre cardos eran escasos. ¡Toda una vida zampándomelos y sin saber nada de ellos! En mi defensa diré que la mayoría de los cardos parecen ser de zonas más secas y, como diría un buen amigo mío, yo vivo en una zona hiperarbórea con muchas lluvias y más helechos que cardos.
    ¡No se vayan todavía, aún hay más! De Irlanda traje unas semillas de trébol y al verlas recordé que el emblema de Escocia es un cardo.
    Cuenta la leyenda que, allá por el siglo XIII, salvó a los soldados escoceses de un ataque. Un grupo de noruegos quiso sorprenderles durmiendo y para no hacer ruido al acercarse se descalzaron. ¿Adivináis qué paso? Exactamente, alguno pisó un cardo y su grito alertó a los escoceses. En Escocia es tan importante, que existe la Antiquísima y Nobilísima Orden del Cardo.

Imagen de Sodacan en Wikimedia Commons


    ¡La de cosas que no sabía de los cardos! La imagen que tenía era la de un tronco con pinchos, feo y poco delicado, más o menos el mismo que había atribuido a las personas a las que mi amama llamaba cardos. Sin embargo, las apariencias engañan y, en este caso, muchísimo.
    Los cardos no sólo no son feos, sino que son útiles, sabrosos, coloridos, fuertes y capaces de surgir en las tierras más áridas para darnos sus flores y sus tallos, ya sea para alimentar el cuerpo o el espíritu. Me han parecido tan bonitos que, si alguien me llama cardo borriquero, me sentiré halagada, aunque seguro que esa no será su intención.

1abuela en euskera

Si queréis saber más de botánica, su relación con la cocina y el comer, os recomiendo:


Con esta entrada participo como #Polivulgadora para la iniciativa de Café Hypatia con el tema #PVapariencias
 
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Comentarios

  1. Me he quedado boquiabierta! Siempre he utilizado la expresión para refirme a alguien soso, sin gracia. Pero es cierto, las apariencias engañan y más allá de la vestidura de pincho y color indeterminado el cardo da muestras de ser hermoso, versátil y muy útil. Creo que jamás podré hablar de los cardos sin recordar todo cuanto nos has contado. Un texto entretenido, ameno, con un ritmo extraordinario. Enhorabuena por tu participación. Un abrazo desde el Sur!
    lady_p

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Vestía siempre de negro riguroso, no importaba la ocasión.      Lo habitual era que suscitara algún comentario entre quienes no la conocían y, en muchas ocasiones, había oído frases despectivas por vestir así.      Todo en su mundo era oscuro. De vez en cuando se permitía una brizna de color, quizás con un lazo naranja en las botas, un cinturón verde, pero el resto tenía que ser del más profundo negro.      Estaba convencida de que, quien posaba sus ojos por primera vez en ella, creaba una imagen equivocada de su personalidad. Tenía la certeza de que la suponían triste o, tal vez, deprimida, incluso es posible que la tomaran por una amargada.      En fin, estaba acostumbrada, nunca faltaba algún comentario. La gente quería color y la negrura de sus prendas creaba distancia y rechazo. Hay quien decía que parecía un pájaro de mal agüero o que era como una mosca en un vaso de leche, desagradable.      Nunca le había preocupado, iba como le gustaba y a nadie le tenía que importar. Ell

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