Ir al contenido principal

Ciencia y ciudadanía

Me pidieron que escribiera una entrada con una visión crítica sobre la participación ciudadana y el acceso al conocimiento. Leí el material disponible pero cuando me senté a escribir mi visión crítica, salió la entrada que publiqué aquí. Sin embargo, creo que es necesario contextualizar lo que en esa entrada decía. Por lo tanto me gustaría explicaros un poco lo que había leído para que comprendáis mejor cómo surgió la idea de escribir aquella entrada.
    De forma tradicional, dado que comunicar directamente con la sociedad no es un asunto sencillo, los principales objetivos de la comunicación institucional de la ciencia han sido los medios de comunicación. En ningún caso la población o las instituciones educativas. Por lo tanto los medios de comunicación eran los receptores directos del mensaje y en ellos estaba la posibilidad de trasladar el contenido al público. 
    Desde mi punto de vista esta forma de comunicar era demasiado rígida en su forma y, probablemente en su fondo. Así que los ciudadanos éramos receptores de los materiales, notas de prensa o investigaciones que las instituciones hacían llegar a los medios de comunicación. Eso quizás haya supuesto que no hayamos recibido información que podríamos haber considerado relevante y creo también ha contribuido a la percepción de la ciencia y sus instituciones como algo alejado, serio, demasiado rígido y en ocasiones incomprensible. 
   En estos años, en prácticamente todas las áreas de nuestra vida algunos aspectos han cambiado. Eso también ha influido en la forma de comunicar. El resultado es que los medios de comunicación tradicionales se han tenido que adaptar a las nuevas formas y, del mismo modo, lo han tenido que hacer las instituciones. Se han dejado de lado las comunicaciones rígidas y claramente institucionales para plantearse un modelo más periodístico, ya que el objetivo es resultar atractivo. Se han adecuado a las circunstancias y para ello han aparecido otros agentes en la comunicación como, por ejemplo, los expertos capaces de responder a las demandas de los medios de comunicación, la adaptación a los tiempos, a los lenguajes y a establecer contactos estables. 
    Este último aspecto es de gran relevancia ya que hay que saber a quién se debe dar la información para que la haga llegar a la mayor cantidad de gente posible. Por lo tanto esto implica tener contactos fidelizados para que el contenido a divulgar tenga cabida en los medios de comunicación. Sin embargo, creo que esta situación también provoca que la información siempre pase por las mismas manos y los mismos medios lo que lleva a que los ciudadanos no participen en el proceso de forma directa. En mi opinión elegir un intermediario y un medio por parte de las instituciones crea una situación mediada en la que la población no tiene opción a elegir qué le interesa o de qué quiere saber. Esa decisión está en manos de los medios al elegir entre los posibles contenidos aquel dirigido a su audiencia. Teniendo en cuenta que la mayoría de medios de comunicación tienen sus propios destinatarios y una linea editorial clara se está dejando fuera a población que, tal vez, no tenga interés en algunos medios en concreto. 
    A modo de ejemplo, según datos de Statista el periódico más leído es Marca seguido por El País. Si unimos su lectores tenemos 1.575.000 lectores. En un país con una población de aproximadamente 47 millones de habitantes representa un porcentaje muy bajo de lectores. De tal forma que si las instituciones crean contenido para trasladarlo al publico en general o a otras instituciones a través de los medios de comunicación tradicionales, me resulta difícil creer que la población esté informada de lo que la ciencia hace. Es obvio que la pugna por llegar a toda la población está en la televisión, pero a riesgo de parecer una gruñona, mi visión de la televisión es la de un medio completamente sesgado para ganar audiencia y con unos contenidos que, en formato y temática, se están quedando antiguos.
    Claro que para verificarlo se ha podido someter a los medios de comunicación y a las instituciones a una prueba de fuego para comprobar si estos canales y sus sujetos están bien conformados. Esa prueba ha sido la pandemia. Durante este periodo de tiempo la necesidad de información y de conocimiento (científico) no ha tenido precedentes. Esto ha implicado tanto a las instituciones como a los medios de comunicación y, en última instancia, a la población como receptora de la información. En un análisis por parte de periodistas y la agencia SINC, se ha analizado la situación que se ha generado durante la pandemia para trasladar la información a la población. De ello han surgido una serie de conclusiones y críticas.
    La situación requería que la información fuese de interés y que además tuviera credibilidad para poder fomentar el pensamiento crítico en la población. Pero incluso existiendo unidades de comunicación científica, la necesidad de información continua, la incertidumbre y el interés por parte de toda la población por tener información veraz sobre la situación supusieron un gran reto.
    Las dificultades surgieron del propio contexto. Ante una situación nueva y que además requería rapidez en la información, teniendo en cuenta la demanda social, empezaron a surgir expertos en “todismo”.  Las instituciones se adaptaron pero también, dada la demanda social que existía y la necesidad de inmediatez, se publicaron materiales que no habían contado con las revisiones necesarias para ser publicados y eso propició que la visión por parte de la ciudadanía fuera de incertidumbre. De hecho, el mal uso que es posible hacer de información que no ha sido verificada y teniendo en cuenta que la ciencia ofrece certidumbre momentánea, muchas mentiras y bulos fluyeron fácilmente. La cantidad de datos que se ofrecían era tal que resultaba inviable comprobar el 100% de los contenidos. Eso generó un polaridad algunos sectores sociales.
    A todo lo anterior hay que añadir que las redes sociales, a día de hoy, juegan un papel importantísimo para acercar la ciencia al publico. Existe un desfase claro entre lo que las redes ofrecen y la información de los medios de comunicación tradicionales. En el momento en el que un medio tradicional quiere desmentir o afirmar  un contenido las redes ya lo han hecho viral. Por lo tanto existe un desfase claro entre la velocidad de las noticias que llegan a través de redes sociales y de otros medios. Además en momentos de crisis cualquiera puede caer en estado de pánico y eso termina afectando también a las y los científicos que, en ocasiones se han saltado todas las precauciones que la comunicación exige y han dado lugar a más confusión.
    La comunicación institucional está muy bien pensada y bien organizada, sin embargo faltan cosas que no se tienen en consideración para hacer llegar el mensaje a todo el mundo. Desde mi punto de vista es un circulo cerrado. Las instituciones crean contenido que trasladan a los medios de comunicación y son estos medios los que lo trasladan al público. Eso lleva a que no sean las propias instituciones (son pocas las que se relacionan de forma directa con la ciudadanía) las que hagan fluir sus descubrimientos y sus conocimientos. El uso que hacen de las redes sociales es de momento limitado y la búsqueda actual de inmediatez hace que la noticia y el interés estén en ese contexto. Máximo si tenemos en cuenta la escasa repercusión que tienen los medios de comunicación entre la población más joven. 
    Los referentes a la hora de que el público considere una información valiosa o válida también han cambiado, por lo tanto es posible que las instituciones tengan que cambiar aquellos que han sido objeto de sus comunicaciones directas. La redes están muy polarizadas y es en éstas en las que la mayoría de la población tiene confianza. La ciencia compite con otros contenidos y para hacerse visible e interesante debe atreverse a entrar en ámbitos en los que hasta la fecha no se ha atrevido o tal vez no está suficientemente preparada.
    No se puede negar que hay gran interés por acercar la ciencia a todo el mundo y que, de hecho, se ha conseguido que haya una parte del publico que quiere participar en el proceso científico. Sin embargo, creo que falta un paso intermedio. Normalmente los participantes en ese tipo de procesos son personas que ya cuentan con un alto grado de interés por acudir a ferias de ciencia, a eventos de divulgación o cualquier otra actividad…y ¿el resto?.
     Es obvio que la comunicación pública de la ciencia tiene beneficios. Sí, claro que sí. Se crean espacios conversacionales, se hace visible la labor de las y los científicos, existe la posibilidad de debate y discusión. A lo que hay que añadir la posibilidad de comunicación bidireccional.
    Precisamente estos beneficios son los que marcan la diferencia entre lo que yo consideraría una comunicación que alcance a toda la población y la que de hecho se da en realidad. Creo que aunque esté bien estructurada, bien organizada y cuente con mecanismos de participación social, hay una brecha muy clara entre los que pueden tomar parte en la interacción con la ciencia y los que no.
    Las instituciones quieren hacer llegar su trabajo y sus aportaciones a todo el mundo pero todavía usan canales que en la actualidad no resultan interesantes. Creo que todavía no se ha trasladado esa comunicación a ámbitos con mayor difusión y ello hace que se interese por la ciencia quien ya tenía interés. 
    Así que después de que todo esto pasara por mi cabeza …me senté para escribir mi aportación a la crítica de la comunicación científica y allí estaba la televisión de fondo con ese programa en concreto así que, en realidad lo que escribí fue esto:

que es la visión crítica de una socióloga cabreada un día mientras de fondo en la televisión sonaba…la nave del misterio🤫


Referencias:


González-Pedraz, C., Pérez-Rodríguez, A. V., Campos-Domínguez, E. y Quintanilla Fisac, M. A. (2018). Estudio de caso so- bre las Unidades de Cultura Científica (UCC+i) españolas en la prensa digital. Doxa Comunicación, 26, 169-189.

Un año de periodismo en pandemia. 2021 (SINC)

La tentación de Newton ante las manifestaciones de las conspiraciones, Josep Lobera (SINC)


López-Pérez, Lourdes; Olvera-Lobo, María-Dolores (2019). “Participación digital del público en la ciencia de excelencia española: análisis de los proyectos financiados por el European Research Council”. El profesional de la información, v. 28, n. 1, e280106.


Llorente, C., Revuelta, G. and Carrió, M. (2021). ‘Characteristics of Spanish citizen participation practices in science’. JCOM 20 (04), A05.







This work © 2021 by darthscience666 is licensed under 

Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International 






Comentarios

Lo más visto

¿Ese?, es un cardo borriquero

Lo que más ha gustado

¿Ese?, es un cardo borriquero

Era pequeña cuando le oí a mi amama 1 referirse a alguien como cardo borriquero . Por la cara que puso al decirlo, saqué la conclusión de que debía ser alguien con pinchos, seco y feo o, lo que es lo mismo, poco agradable.      En ese momento, mis conocimientos sobre los cardos se limitaban a la cocina. Tenía la absoluta certeza de que mi amama los cocinaba como nadie (a mí no me salen tan bien), que estaban muy ricos y que daban mucho trabajo.      Esa asociación de ideas, el cardo y una persona áspera, fea y seca, me ha durado mucho tiempo, en concreto, toda mi vida hasta hace un mes.      Este verano, para descansar cuerpo y mente, elegí ir a Dublín. Me encantó la ciudad, su ambiente, la gente y la bonita costumbre de vender flores en la calle. Disfruté muchísimo viendo los distintos puestos.       En la mayoría de ellos encontré algo parecido a unas flores de un precioso color azul que me parecieron una auténtica belleza. Me llamó mucho la atención su color y su forma, muy alejada

De negro riguroso

Vestía siempre de negro riguroso, no importaba la ocasión.      Lo habitual era que suscitara algún comentario entre quienes no la conocían y, en muchas ocasiones, había oído frases despectivas por vestir así.      Todo en su mundo era oscuro. De vez en cuando se permitía una brizna de color, quizás con un lazo naranja en las botas, un cinturón verde, pero el resto tenía que ser del más profundo negro.      Estaba convencida de que, quien posaba sus ojos por primera vez en ella, creaba una imagen equivocada de su personalidad. Tenía la certeza de que la suponían triste o, tal vez, deprimida, incluso es posible que la tomaran por una amargada.      En fin, estaba acostumbrada, nunca faltaba algún comentario. La gente quería color y la negrura de sus prendas creaba distancia y rechazo. Hay quien decía que parecía un pájaro de mal agüero o que era como una mosca en un vaso de leche, desagradable.      Nunca le había preocupado, iba como le gustaba y a nadie le tenía que importar. Ell

May the ´Darth´ side of the Science be with you.