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¡Buuuum!

¡Buuum! es la onomatopeya de una explosión. ¿Por qué empiezo así? Porque hoy toca pólvora y guerra. No, no me he enfadado con nadie pero me apetecía hablar de guerra y de Oriente, así que nada mejor que hablar de pólvora. La guerra no se hace sola hay que hacerla. Necesitamos contendientes, estrategias y tecnología militar.
    En nuestro imaginario colectivo la guerra esta llena de explosiones. Al hablar de ella seguro que habéis pensado en dos cosas, dinamita y pólvora. Yo me voy a quedar con la pólvora y sus origenes.
    Todo el mundo parece estar de acuerdo en que el origen de la pólvora es China, desde allí pasó a Oriente Medio y llegó a Europa. De hecho, se cree que fueron los mongoles los que la dieron a conocer en Asia y que, tras su paso por Oriente Medio, llegó hasta nosotros. Vamos a seguir un poco el rastro de la pólvora desde su origen hasta su llegada a Europa.
Imagen propia generada con DALL·E

    No se sabe con certeza, pero aproximadamente en el siglo IX, la casualidad o muchos ensayos y errores hicieron que los monjes taoístas descubrieran la pólvora. No, no buscaban un arma, ni hacer dibujos de fuego en el cielo sino que intentaban crear una poción de inmortalidad. Esta casualidad (serendipia), y sus posibilidades más allá de la “inmortalidad”, hicieron que las fuerzas militares chinas le dieran uso en armas basadas en pólvora (cohetes, mosquetes y cañones) y explosivos (granadas y diferentes tipos de bombas). Resulta curioso que algo que pretendía ser un elixir para la vida eterna se convirtiera en una pócima de muerte. ¡Los humanos somos así!
    Los monjes taoístas habían descubierto la fórmula de la pólvora y durante el reinado de la dinastía Táng (618-907), se empezaron a dominar sus efectos y se pudo usar para fines distintos a los que se buscaban en su origen. Parece que durante la dinastía Han se usaba bambú para las celebraciones ya que producía explosiones al ser arrojado al fuego. Con el descubrimiento de la fórmula de la pólvora se pasó a usar pequeños contenedores de bambú rellenos pólvora. Se puede decir que ya estaba controlada pero todavía no se usaba en la guerra. 
    Un poco más tarde, en el siglo X, con un mayor conocimiento de sus posibilidades, se empezó a usar en asuntos militares. En China se construyeron cohetes y bombas explosivas que se lanzaban usando catapultas. Además adaptaron cañas de bambú reforzadas con hierro para disparar piezas metálicas a los mongoles que intentaban invadir sus tierras desde el norte. Un dato curioso es que las catapultas perdieron interés en la guerra porque había aparecido la pólvora que era mucho más eficaz para hacer “volar” cosas.
    Para que os hagáis una idea de sus usos, el libro Wǔ Jīng Zǒng Yào (Colección de las más importantes técnicas militares), un tratado militar de 1044, contiene una receta que aún funciona.
Fórmula de la pólvora en el libro Wǔ Jīng Zǒng Yào (Dominio Público)

    Bajo la dinastía Sòng (960-1270) se produce la incorporación de las armas de fuego a la guerra. En concreto para defenderse de los ejércitos de la dinastía Jin (1115-1234). De hecho comenzaron a utilizar rifles de pólvora y cañones hechos de hierro. En este link podéis encontrar unas cuantas de las armas que se crearon usando la pólvora. 
    Occidente no se libró de batallas con armas de fuego, por ejemplo la batalla de Mohi (1241) en la que el Reino de Hungría fue derrotado por los invasores tártaro-mongoles.
    Entre los años 1267 y 1273 se produjo el asedio de ciudad
 Xiāngyáng, una de las más grandes de la dinastía Sòng. En 1267 Kublai Khan, emperador mongol, llego a la ciudad y comenzó el asedio de ésta y de su gemela Fancheng. Los mongoles tenían todas las de perder porque se trataba de terrenos boscosos de montaña y las ciudades estaban fortificadas, así que los caballos no eran efectivos. ¿Qué se podía usar? Armas de fuego, o lo que es lo mismo, pólvora. Kublai Khan le pidió a su hermano que le mandara desde Persia trabucos con contrapeso. Cayeron los muros y con ellos la dinastía Song.
Kublai Kahn (dominio público)

    En la guerra todo o casi todo vale así que después de que los mongoles conquistaran China y fundaran la dinastía Yuán (1271- 1368) usaron lo que habían aprendido sobre tecnología militar para intentar invadir Japón. La pólvora, en este caso, parece que también fue usada para impulsar cohetes. Hay una evidencia arqueológica del uso de un cañón de mano que fue hallada en un naufragio en la costa de Japón datado en 1281.
    Sigamos con el viaje de la pólvora, parece que ésta pasó desde China a la India y de allí a Oriente. El mundo islámico adquirió el conocimiento de la mezcla explosiva en algún momento entre 1240 y 1280. A partir de aquí las recetas de la pólvora se distribuyeron por todo el mundo. En general se cree que la tecnología de la pólvora fue llevada a la India a mediados del siglo XII por los mongoles tras la conquista de China. Sin embargo, otros sostienen que llegó a la India unos cien años más tarde.
    En Oriente Próximo el responsable de trasmitir este conocimiento fue Hasan al-Rammah que había escrito en arábico recetas de la pólvora, cómo purificar salitre y alguna descripción de armas incendiarias. De lo escrito por Hasan al-Rammah parece que el origen de la pólvora queda atribuido a China, ya que al salitre lo denominaba “nieve china”, a los cohetes “flechas chinas” y a los fuegos artificiales “flores chinas”. Si anda como un pato y se mueve como un pato, igual es un pato. Así que no nos queda más remedio que suponer que el origen de la pólvora es chino.
Imagen propia creada con Stable Diffusion

    Es probable que la pólvora se introdujera en Europa desde Oriente Próximo. Un monje alemán, Berthold Schwarz, a comienzos del siglo XIV, pudo ser el primero en emplear pólvora para impulsar un proyectil. Aunque parece que en esa misma época los árabes ya la habían usado en la Península Ibérica, o al menos eso es lo que se entiende en las crónicas del rey Alfonso XI de Castilla. La primera referencia a su fabricación en Europa se encuentra en un documento de Roger Bacon.
    El conocimiento de la pólvora se extendió como la pólvora (no he podido evitarlo) por Europa. Es posible que su llegada se deba a la Tercera Cruzada o a la Ruta de la Seda. Roger Bacon fue uno de los primeros europeos que mencionaron la pólvora. La primera representación del cañón europeo es de 1326. En el libro “Acerca del esplendor, la sabiduría y la prudencia de los reyes”, Walter de Milemete incluye una miniatura de un artillero prendiendo la mecha de un cañón.
    En el siglo XIV el cañón se usaba tanto en China como en Europa. Sin embargo, la pólvora generaba fuertes explosiones y una de las dificultades era crear tubos de metal que aguantaran estas explosiones. Limitarse a usar la pólvora para hacer cañones hubiera sido un desperdicio, así que durante el sitio de Pisa en 1403 se uso contra los muros de una fortificación. 
     En la segunda mitad del siglo XVI, en la mayoría de los países, la fabricación de pólvora era un monopolio del Estado y se pusieron reglas para su uso en el siglo XVII. Era demasiado importante como para dejarlo en manos de cualquiera. En la actualidad podéis ver la Torre de la pólvora en Praga (Chequia) que, aunque no fue construida con el propósito de contener pólvora, terminó siendo usada con ese fin. 
La Torre de la polvora (Praga)
Imagen de Hans Peter Schaefer 

    La guerra cambió con la llegada de la pólvora, lo que durante siglos habían sido luchas cuerpo a cuerpo o a la distancia que un arco o una ballesta (por cierto, invento chino) alcanzaban, se convirtieron en guerra que se puede hacer a distancia o sin contacto. ¿Es más fácil matar si no vemos la cara de nuestro oponente?
    ¡Eso no es todo, amigues! La pólvora tenía un problema, el humo, había que mejorarla, modificarla o crear algo que explotara pero que evitara que los campos de batalla se llenaran de humo. Primero, para evitar los regueros de pólvora, en 1831 William Bickford inventó la mecha. Posteriormente en 1848 Ascanio Sobrero descubrió la nitroglicerina. En 1866 Alfred Nobel y su ayudante inventaron la dinamita. La evolución y la necesidad de explosivos para fines bélicos y civiles ha llegado hasta la actualidad. Lo que comenzó siendo una búsqueda de la inmortalidad se ha convertido en investigación química que ha creado, TNT, amonal, amosal, C4, etc. Tenemos una larga lista de explosivos cada vez más complejos y con mayor capacidad tanto para destruir como para matar.
     Ahora que tenemos artefactos para guerrear nos hace falta estrategia y una parte de ésta procede de China. Siempre tengo la impresión de que en Occidente tenemos una imagen de que Oriente es más delicado, que sus costumbres son tan antiguas que, por fuerza, tienen que tener magia, belleza y todo aquello que atribuimos a las “enseñanzas orientales”. Ya, pues entre esas bellas enseñanzas llegó el arte de la guerra que me va a servir de postre para esta historia.
    La pólvora llegó y se quedó. Pero para hacer la guerra hacen falta soldados y estrategia. El arte de guerrear llegó de la mano de Sun Tzu y su libro, El arte de la guerra. No es el único tratado de estrategia militar pero seguro que casi todo el mundo lo conoce. Tiene que ser muy popular porque ¡hasta yo lo tengo!
Imagen propia.

    El famoso escrito de Sun Tzu ha tenido una influencia en campos muy dispares. Los humanos debemos de pensar que la vida es una guerra continua contra lo que nos rodea y eso ha llevado a muchos “gurús” del día a día a usar las enseñanzas bélicas de Sun Tzu para hacer de nuestra existencia algo más confortable…no me quiero adelantar así que empezamos por el principio.
    Sun Tzu fue un estratega militar y filósofo chino del siglo V a.E.C. En Occidente se le atribuye la autoría de "El Arte de la Guerra". Aunque no se sabe mucho sobre su vida, se cree que era un general al servicio del rey Helü durante el reino de Wu. A pesar de que se le atribuye la escritura del “Arte de la Guerra” el descubrimiento de unas tablillas en 1974 reveló que el libro que nos ha llegado a nosotros no era el original sino una modificación que realizó Sūn Bìn. ¿Por qué mantener la autoría de Sun Tzu? En palabras de un amigo: “son personajes a los que se hace referencia como modo de dar valor a lo que se decía”. En cualquier caso, sea de quién sea, “El arte de la guerra” ha influido mucho en occidente.
    El primer occidental que mencionó a Sun Tzu fue el jesuita francés de nombre Jérôme Pétion de Villeneuve en una carta de 1772 en la que decía haber leído el libro. No fue el único, ya que misioneros y comerciantes que habían visitado China anteriormente dejaron algunas anotaciones que, aunque son comerciales, hablan de su lectura. 
    La obra de Sun Tzu llegó por primera vez a Europa en el periodo anterior a la Revolución Francesa en forma de una breve traducción realizada por el sacerdote jesuita J. M. Amiot.
    No hay duda de que desde que se tradujo y se difundió por Occidente ha influido en la guerra y en la vida civil. Es conocido en todo el mundo y su aplicación no es exclusivamente militar, al contrario, se ha usado en economía, en política, negociación, resolución de conflictos y algún que otro “gurú” también le ha echado mano. De hecho, os diré que yo lo conocí a través de la estrategia empresarial.
    ¿Por qué es tan importante un pequeño libro de unas 150 páginas? Tal vez porque su enfoque está relacionado con la inteligencia y la planificación. El conocimiento de uno mismo y de los enemigos son la base de sus aportaciones, al igual que la adaptación y la disciplina. Siempre me ha parecido llamativo que busca ganar sin presentar lucha. Habla de motivación, liderazgo y de carisma. El objetivo no es destruir con la fuerza sino con la mente y la estrategia. La derrota procede de crear caos, no destrucción. No sé vuestra impresión pero se parece poco al concepto de guerra que tengo y precisamente esto es lo que hace que sea atractivo en Occidente. ¿Taoísmo? Seguramente.
Oriente nos ha aportado la manera de hacer la guerra desde dos puntos de vista diferentes. La pólvora con destrucción y El arte de la Guerra con estrategia.  
    Si vis pacem, para bellum*. Con esta frase me despido, sí, después de haberos contado algunas cosas sobre la guerra me quedaba acabar con una frase lapidaria. Larga y prospera vida a todes. 

* “si quieres paz prepárate para la guerra”, la frase se le suele atribuir a Julio Cesar pero es de Vegecio.
 
Referencias:
El arte de la guerra


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