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Mostrando entradas de junio, 2024

Crónicas furiosas: un día de perros

Mis amistades dicen que desde hace unos meses soy otra. Sigo siendo una guindilla, soy inquieta por naturaleza, pero comentan que trasmito una paz interior que no me habían visto antes. No les he contado que ‘la furia de mi niña’ anda por aquí y que su compañía es tan relajante que no comprendo cómo la he tenido tanto tiempo escondida.      En realidad, sí sé por qué lo había hecho: formalismos sociales, presiones morales y cuestiones de convivencia. En cualquier caso, a pesar de la mala impresión que os haya podido causar, no soy agresiva, no busco enfrentamiento gratuito; soy violenta, sí, y ante los malos comportamientos y las injusticias, mi furia y yo golpeamos con precisión y ganas.      Supongo que os acordáis del incidente con el tipo del metro . Lo cierto es que me sentí genial. La furia de mi niña me acompañaba y eso me daba la certeza de que estaba lista para responder con frialdad a cualquier tipo de abuso o incorrección.      Ni mi furia ni yo no somos aficionadas a las

Un deseo

Malax es el peor de todos los genios conocidos y por conocer. No existe ninguno en el mundo con mayor afición por hacer el mal.        A Martina le había llegado la ansiada jubilación y, tras toda una vida posponiendo tareas, comenzó por poner orden en la casa familiar.      La primera tarea el ático, lleno de cajas con quincalla de épocas pasadas. Mientras trasteaba en los recuerdos, Martina, se lamentaba del dolor de huesos, del crujido de la cadera y de lo vieja que estaba. Pensaba que la edad la marcan los dolores; si eres joven desaparecen, si eres vieja se quedan.      Encontró una pequeña lámpara entre los libros de su juventud. No la recordaba ni sabía qué hacía allí. Se dejó llevar e imaginó a un genio saliendo del interior y diciendo: “te concedo un deseo”. ¡Pobre mujer!      Malax estaba agazapado en el interior. Le gusta ocultarse en esas lámparas para sorprender a humanos incautos y engañarles. Concede un único deseo, limita lo que pueden pedir y espera que se equivoque

Crónicas furiosas: la furia de mi niña

El otro día un periódico local se hizo eco de unos rumores que circulan sobre mí. Me resultó muy halagador leerlo.  El titular decía: Se alerta a la población de la presencia de una mujer menuda y de apariencia inofensiva, armada con un libro.      Curioso, ¿verdad? El artículo contaba lo siguiente:      “Ayer por la tarde un conocido ladrón de móviles fue detenido por la policía municipal de Washasha, tras encontrarlo aturdido y en posesión de algunos móviles que no eran de su propiedad.      J.A.A., el presunto ladrón, sufrió el ataque de una mujer de la que, hasta el momento, se desconoce la identidad.      El portavoz de la policía supone que la mujer se percató de que el presunto ladrón intentaba cogerle el móvil del bolso. Se encaró a él y, sin mediar palabra, sacó un libro y le propinó un golpe certero en la cara. J.A.A. quedó aturdido y con una marca roja en la mejilla derecha. No recordaba ni el aspecto de la mujer ni ningún dato que permitiera identificarla, salvo que era

Tras la pared

Se me ha pasado el dolor de cabeza, por fin. Me ha acompañado estos últimos años, pero hoy se ha ido.      — Señora, ¿se encuentra bien? —preguntó la joven. ESA MAÑANA Ya están otra vez, ni un café me puedo tomar sin oírles. Todas las mañanas lo mismo, Pedro echándole la bronca, una vez más, a María.      —¡Me cago en la puta! —dice Pedro, su particular manera de empezar la mañana. — ¡María! —llama a gritos —¡Otra puta vez que me pones el café frio, eres una inútil! — Suena un golpe.      No entiendo cómo es capaz de gritar de esa manera. Cada desayuno es lo mismo, oigo a María preparar las cosas y Pedro, su marido, se cabrea y le grita. Las razones variadas, las habituales: no está como él quiere, está demasiado caliente, tremendamente frio, no quería café.      María calla. Nunca le he dicho nada sobre esas broncas. Solemos coincidir en el hospital, ella trabaja allí. No quiero que penséis que soy una mala persona, ¡qué va! La razón es otra; soy una mujer muy ocupada y no me gu

May the ´Darth´ side of the Science be with you.