Mis amistades dicen que desde hace unos meses soy otra. Sigo siendo una guindilla, soy inquieta por naturaleza, pero comentan que trasmito una paz interior que no me habían visto antes. No les he contado que ‘la furia de mi niña’ anda por aquí y que su compañía es tan relajante que no comprendo cómo la he tenido tanto tiempo escondida. En realidad, sí sé por qué lo había hecho: formalismos sociales, presiones morales y cuestiones de convivencia. En cualquier caso, a pesar de la mala impresión que os haya podido causar, no soy agresiva, no busco enfrentamiento gratuito; soy violenta, sí, y ante los malos comportamientos y las injusticias, mi furia y yo golpeamos con precisión y ganas. Supongo que os acordáis del incidente con el tipo del metro . Lo cierto es que me sentí genial. La furia de mi niña me acompañaba y eso me daba la certeza de que estaba lista para responder con frialdad a cualquier tipo de abuso o incorrección. N...