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Lo simple

Un día cualquiera me puse a pensar sobre lo complejo. Empecé con el Universo y concluí que era demasiado complejo para entenderlo, así que elegí algo más sencillo. 
    Pasé a los elementos que lo componen y eso me llevó a las galaxias, la materia oscura, la energía oscura y me pareció complejo. No me quedó más remedio que bajar un peldaño más y llegar al Sistema Solar. El Sol, los planetas, sus lunas y, aún así, seguía siendo complejo.

    Ante la complejidad de la estructura en la que nuestro planeta habita y gira, me decanté por intentar entender la Tierra en sí misma. Flora y fauna sobre roca que gira alrededor del Sol. Complejo entenderlo.
    Sola ante la necesidad de entender algo, quise reducir aún más lo que buscaba entender y me fijé en la flora. Inabordable, no podía con todo lo que el mundo vegetal puede ofrecer.
    En un ataque de necesidad imperiosa por comprender, decidí abordar al ser humano. Lo que consideraba más simple. Al fin y al cabo, formo parte de ello. Estamos hechos de órganos que están formados por células y dentro, en lo más profundo, genes. Cuando llegué a los genes, pensé que había encontrado lo más simple. Sin embargo, no lo es. 
    Me di cuenta de que lo complejo es terriblemente simple si no profundizamos y lo simple es absolutamente complejo por ser la partícula elemental de lo complejo.
    Como la idea más simple que conozco y de lo que soy más consciente es de mi propia ignorancia escribí las siguientes explicaciones:




    Mi objetivo era tener una pequeña idea de cómo es el Universo, que es la estructura más grande que concibo y de qué es el código genético, que es de lo más pequeño que conozco. Lo más probable es que no haya entendido nada, pero eso os dejo que lo juzguéis vosotres.

Entrada colaboradora con la iniciativa de Café Hypatia como #Polivulgadora para #PVcomplejidades


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Flores negras

Iba a ser un día especial. En su llamada captó la promesa de una noche inolvidable.  El suave susurro de su voz rozando sus tímpanos lo dejó claro. Era un roce sonoro lleno de expectativas, deleite, dulzura y con la promesa de recrearse en el roce de sus pieles.      La mañana fue un continuo ir y venir, pero improductiva. Varios encontronazos con colegas, pequeñas frases sin relevancia que rozaban la estupidez y arañaban sus ideas. Esos roces siempre eran molestos.      Rozando las seis se preparó para irse. Quería llegar cuanto antes. Se cambió de calzado. No iba a perder el tiempo en el autobús, no. ¡Gente rozándote por todos lados! Volvería andando.      No tardó mucho en darse cuenta de que, por evitar algunos roces, había sufrido otros. Las malditas zapatillas no eran adecuadas y el roce provocó un par de heridas. En fin, ya estaba hecho. No dejó de caminar.      Antes de rozar el llavero, la puerta se abrió. La bienvenida a casa consistió en un leve roce en los labios, una p

May the ´Darth´ side of the Science be with you.