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Lo simple

Un día cualquiera me puse a pensar sobre lo complejo. Empecé con el Universo y concluí que era demasiado complejo para entenderlo, así que elegí algo más sencillo. 
    Pasé a los elementos que lo componen y eso me llevó a las galaxias, la materia oscura, la energía oscura y me pareció complejo. No me quedó más remedio que bajar un peldaño más y llegar al Sistema Solar. El Sol, los planetas, sus lunas y, aún así, seguía siendo complejo.

    Ante la complejidad de la estructura en la que nuestro planeta habita y gira, me decanté por intentar entender la Tierra en sí misma. Flora y fauna sobre roca que gira alrededor del Sol. Complejo entenderlo.
    Sola ante la necesidad de entender algo, quise reducir aún más lo que buscaba entender y me fijé en la flora. Inabordable, no podía con todo lo que el mundo vegetal puede ofrecer.
    En un ataque de necesidad imperiosa por comprender, decidí abordar al ser humano. Lo que consideraba más simple. Al fin y al cabo, formo parte de ello. Estamos hechos de órganos que están formados por células y dentro, en lo más profundo, genes. Cuando llegué a los genes, pensé que había encontrado lo más simple. Sin embargo, no lo es. 
    Me di cuenta de que lo complejo es terriblemente simple si no profundizamos y lo simple es absolutamente complejo por ser la partícula elemental de lo complejo.
    Como la idea más simple que conozco y de lo que soy más consciente es de mi propia ignorancia escribí las siguientes explicaciones:




    Mi objetivo era tener una pequeña idea de cómo es el Universo, que es la estructura más grande que concibo y de qué es el código genético, que es de lo más pequeño que conozco. Lo más probable es que no haya entendido nada, pero eso os dejo que lo juzguéis vosotres.

Entrada colaboradora con la iniciativa de Café Hypatia como #Polivulgadora para #PVcomplejidades


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—¡Un sobre, un sobre! — grité cuando lo vi.      En alguna ocasión os he contado que, desde muy pequeña, quienes bien me quieren NO me han hecho llorar, al contrario, me han hecho disfrutar y han alentado mi curiosidad con regalos que me han permitido entender algunas de las maravillas que nos rodean…esqueletos, juegos de química, microscopios, muchísimos libros y algún que otro sobre.      El 6 de enero de 2019 me encontré con uno de estos sobres y dentro: un viaje a Ginebra para visitar el CERN . ¡Iba a ir al lugar donde cogen partículas, les dan una velocidad propia de Star Wars y las hacen chocar!      Os podéis imaginar la ilusión que me hizo ir donde se busca lo elemental, y cuando digo lo elemental, quiero decir aquello de lo que está constituido todo, y que ningún ojo puede ver, lo más pequeño de lo pequeño.      Tras los besos, los abrazos, las gracias y algún que otro grito de entusiasmo, la cabeza me iba a mil y me a...

Y….¿por qué?

Pues por tres razones simples: Star Wars, la ciencia y el mal. Está muy claro, ¿no?. No, seguramente  no, así que supongo que a los que estéis aquí os parecerá bien que me explique un poco más.     Star Wars, fue mi primer contacto con el espacio, las naves, Darth Vader, Leia y R2D2. Cada uno me aportó una cosa distinta. Salí del cine feliz. Tenía 4 años y desde entonces me han acompañado la fuerza y el lado oscuro de la fuerza. Sí, el lado oscuro también. No hay luz sin oscuridad.      La ciencia llegó más o menos por la misma época. Mi abuelo había sido marino y había recorrido medio mundo. Le encantaba la física, la astronomía, y los barcos. Lo primero que me enseñó fue cómo rotaba la Tierra alrededor del Sol. Y siempre me dejaba hacer experimentos, que normalmente ensuciaban, explotaban o quemaban. Nos divertíamos muchísimo.      Y esto enlaza con el mal, porque la verdad es que hacer explotar cosas creo que en todos provoca algún tip...

May the ´Darth´ side of the Science be with you.