Vestía siempre de negro riguroso, no importaba la ocasión. Lo habitual era que suscitara algún comentario entre quienes no la conocían y, en muchas ocasiones, había oído frases despectivas por vestir así. Todo en su mundo era oscuro. De vez en cuando se permitía una brizna de color, quizás con un lazo naranja en las botas, un cinturón verde, pero el resto tenía que ser del más profundo negro. Estaba convencida de que, quien posaba sus ojos por primera vez en ella, creaba una imagen equivocada de su personalidad. Tenía la certeza de que la suponían triste o, tal vez, deprimida, incluso es posible que la tomaran por una amargada. En fin, estaba acostumbrada, nunca faltaba algún comentario. La gente quería color y la negrura de sus prendas creaba distancia y rechazo. Hay quien decía que parecía un pájaro de mal agüero o que era como una mosca en un vaso de leche, desagradable. Nunca le ...